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Berlusconi, en manos de los tránsfugas

Gianfranco Fini pretende vencer mañana a su antiguo aliado en una moción de censura - La Fiscalía de Roma investiga la compraventa de votos

Mañana es el esperado Día D: Silvio Berlusconi se someterá a la moción de censura de la oposición en la Cámara de Diputados, y después de cinco meses de guerra intestina y parálisis gubernamental, se sabrá por fin si el centro derecha italiano sobrevive o no a la expulsión, decidida en julio por el primer ministro, de los partidarios de Gianfranco Fini, cofundador del Pueblo de la Libertad.

A 48 horas del voto, casi nadie se atreve a pronosticar si el primer ministro alcanzará los 316 votos necesarios para seguir agonizando unos meses más. Salvo Berlusconi, que sigue afirmando que lo hará. Su antiguo aliado, Gianfranco Fini, aseguró ayer que el primer ministro no obtendrá la confianza y que el Ejecutivo caerá.

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El presidente de la Cámara de Diputados, Gianfranco Fini, atacó con renovada dureza al que ha sido su aliado político durante 16 años: "Doy por descontado que en su discurso [hoy ante el Parlamento], Berlusconi dirá todo lo que queremos que diga, pero no nos fiamos ya de su palabra", dijo Fini. "Pensar que lo que diga será definitivo es no conocerle", añadió. "Cuando está en apuros, es capaz de decir todo y lo contrario de todo".

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Y el ex delfín concluyó: "Berlusconi no quiere gobernar, solo quiere quedarse en el palacio Chigi hasta que se apruebe la ley del legítimo impedimento, vital para impedir que se celebren sus juicios".

Buscando prolongar su inmunidad hasta que el Tribunal Constitucional se pronuncie en enero sobre esa ley, Berlusconi y sus acólitos llevan semanas ofreciendo, más o menos a la luz del día, prebendas y cargos a diputados de la oposición para que cambien su voto el día 14.

El mercadeo ha alcanzado asombrosas cotas de desfachatez. EL PDL necesita un par de decenas de tránsfugas, y las ofertas no se han limitado a los diputados finistas, centristas, sicilianos o del grupo mixto. Según los medios locales, han sido tocados los radicales de Marco Pannella, al menos dos parlamentarios de Italia de los Valores y varios del Partido Democrático.

Un diputado de la Italia de los Valores (IDV), el grupo del ex magistrado Antonio Di Pietro, anunció su cambio de chaqueta en la prensa admitiendo que no pudo rechazar la oferta de cancelar su hipoteca del piso; otro ha confesado haber aceptado medio millón de euros. Pero el resultado final es incierto. No todos los chaqueteros dan la cara y algunos siguen negociando.

A raíz de una denuncia de Di Pietro, la Fiscalía de Roma, institución sobre la que pesan graves acusaciones de corrupción, ha decidido abrir una investigación sobre la compraventa de diputados. Los voceros de Berlusconi han criticado "la intolerable intromisión de la magistratura en las tareas del Parlamento".

La ironía es que, si Berlusconi supera la moción, la situación solo cambiaría de forma gattopardesca. La ruptura del PDL seguiría abierta, Fini pasaría a la oposición y la pelota caería en los democristianos de Pierferdinando Casini, que podrían ayudar a Berlusconi a formar otro Gobierno a cambio de buenas regalías a la Iglesia católica. Pero el odio mutuo entre la Liga del Norte y Casini dificulta esa opción.

Si el Ejecutivo cae, el escenario se complicará aun más. Los juicios de Silvio Berlusconi se reanudarían mientras el jefe del Estado busca una nueva mayoría. Pero el primer ministro ha avisado de que jamás aceptará una mayoría de signo distinto a la que salió de las urnas en 2008. Y muy pocos piensan que el Partido Democrático vaya a reunir el coraje suficiente como para llevarle la contraria.

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