AENA veía "muy improbable" la huelga salvaje de controladores
"La opción extrema, cero controladores, no se presenta nadie al trabajo, es enormemente improbable". Así lo creía al menos Aeropuertos Nacionales y Navegación Aérea (AENA) en un informe de principios de este año, en el que analizaba los diversos escenarios en que podía derivar el conflicto laboral con los controladores.
"La opción menos adversa, se presenta el 30% de la plantilla, tiene una probabilidad escasa", proseguía el análisis, mientras que la "huelga legal es probable" y la "huelga de celo [el trabajo a reglamento] es el escenario más probable". La predicción pecó de optimista, pues el 3 de diciembre más del 90% de los cotroladores de servicio abandonó su puesto.
En la "opción extrema", AENA preveía el cierre del espacio aéreo y la suspensión de todos los vuelos, como efectivamente se hizo, así como la militarización del control aéreo y la "declaración del estado de emergencia". En días sucesivos y mediante la habilitación de controladores militares, se preveía la apertura progresiva de los cuatro centros de control del tráfico aéreo y de cuatro torres de aeropuerto (Barajas, El Prat, Palma y Las Palmas). A los controladores civiles se les amenazaría de despido si no se presentaban a trabajar en un plazo de seis horas.
En la "opción menos adversa", con un 70% de controladores ausentes, se suspenderían el 80% de los vuelos y se cerrarían 21 aeropuertos, dejando abiertos otros 14 con horario reducido. Además de recurrir a controladores militares, se preveía la reubicación de los trabajadores de AENA presentes, la implantación del AFIS (servicio de información, pero no de control aéreo) en numerosos aeródromos, la contratación de controladores europeos o la formación acelerada de nuevos.
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