Terror en los ojos
Una imagen vale más que mil palabras, dicen. Y a veces es verdad. Los incidentes que el jueves acompañaron en Londres el drástico aumento de las tasas universitarias quedaron al final plasmados en la más inesperada de las imágenes: el terror en los ojos de la duquesa de Cornualles cuando el Rolls en el que viajaba con su esposo y heredero de la corona británica se topó en el centro de Londres con varios cientos de manifestantes que rodearon y golpearon el coche hasta casi reventar un cristal.
Terror en los ojos de Camilla, pero quizás la mejor de las propagandas para una pareja que sigue purgando el pecado original del martirio de Diana de Gales: otra de las imágenes de anoche muestra a Carlos tomando delicadamente la mano de Camilla, ofreciéndole su cercanía física en el que quizás ha sido el instante más trágico -o quizás simplemente tragicómico- de su vida. De la vida de ella, se entiende.
Terror en los ojos de Camilla y retortijones en el estómago de sir Paul Stephenson, el jefe de Scotland Yard. Ayer se defendió enfatizando "el extraordinario comedimiento de los oficiales que protegían a sus altezas reales: algunos de ellos iban armados", insinuando así que el susto bien pudo derivar en tragedia si la policía llega a abrir fuego contra los estudiantes.
¿Llegó a estar en peligro la pareja real? Las fotografías de profesionales y las filmaciones de aficionados que han circulado hasta ahora dan a entender que sí. No faltó mucho para que un cristal del coche se desmoronara, dejando a la pareja al alcance físico de la cólera estudiantil.
Los manifestantes han sido señalados como culpables, pero sir Paul Stephenson ha acaparado las críticas desde la derecha y la izquierda. No es extraño: los estudiantes ya le dejaron en ridículo hace un mes, cuando tomaron el edificio donde se aloja el Partido Conservador. No es fácil controlar a cientos de jóvenes que solo buscan la provocación y la violencia. Pero el jueves, esos provocadores arrasaron Parliament Square, casi toman el edificio del Tesoro y el del Tribunal Supremo, y a punto estuvieron de sacar de su coche al heredero de la corona británica. Otro mal día para Scotland Yard.