650.000 rehenes en los aeropuertos
Los viajeros atrapados en las terminales cargan duramente contra los controladores
"He estado 24 horas sin saber nada de mi hijo de 11 años", se lamentaba ayer Kelly Rojas, una joven peruana residente en Barcelona. "Durante toda la mañana no me cogían el teléfono. Tuve mucho temor. Me fui al aeropuerto de Barcelona y me salté toda la cola para que me dijeran dónde estaba mi hijo Cristopher. Primero me contaron que no estaba en España. Y horas después me aseguraron que sí había podido aterrizar en Madrid". Cristopher, que volaba en compañía de otros niños desde Lima, en un servicio especial que presta Iberia para viajeros menores, ha pasado la noche en un hotel de Las Tablas, Madrid. Kelly se reencontrará hoy, previsiblemente, con su hijo.
La de Cristopher es solo una de las miles de historias provocadas por la huelga salvaje de los controladores aéreos, que dejó unos 650.000 rehenes en los aeropuertos. Viajeros retenidos sin vacaciones largamente ansiadas, inmigrantes que no pudieron viajar a ver a sus familias, turistas sin posibilidad de regreso... Los 4.300 vuelos cancelados originaron un reguero de pasajeros dormidos en los suelos de las terminales, protestas sin respuesta ante los mostradores de las compañías y enfado monumental con los huelguistas.
Un joven pidió el BMW a su madre para hacer de improvisado taxista
Hoteles próximos a los aeródromos subieron los precios ante la avalancha
Miles de personas en el extranjero vivieron con frustración la espera. En Estambul, una decena de parejas se quedaron atrapadas en el aeropuerto junto a sus hijos recién adoptados en Etiopía. Procedentes de Addis Abeba, tenían previsto hacer escala en la ciudad turca de camino a Madrid, pero cuando estaban a punto de despegar, a las ocho hora local, las siete en España, el avión de Turkish Airlines se dio la vuelta y regresó a la terminal. Al no tener visados para entrar en Turquía, las familias no pueden abandonar el aeropuerto y la línea aérea les ha dado cobijo en su sala VIP, donde los niños, exhaustos por la jornada tan agitada, fueron atendidos.
La ley de la oferta y la demanda llevó a que unos cuantos hicieran su agosto. Los precios de los hoteles en los alrededores del aeropuerto de Barajas crecieron un 120%. El hotel Auditórium suele cobrar 60 euros por habitación un fin de semana, pero ayer, con un lleno absoluto de pasajeros desesperados, alcanzaba los 148 euros. Las empresas de alquiler de coches también elevaron la tarifa: un vehículo pequeño para tres días podía encontrarse en Barajas por 404 euros. La semana que viene se podrá alquilar por solo 155.
Jorge, un veinteañero de Madrid, al ver el caos por televisión le pidió el coche a su madre y fue al aeropuerto a ofrecerse como taxista: "He visto que los taxis cobraban hasta 700 euros por un viaje", explica. "Le he pedido el BMW a mi madre y me he venido p'acá". Recita las tarifas de carrerilla: 200 euros a Valencia, 300 a Barcelona, 400 a Galicia o Cádiz. Así se vivió el mayor caos aéreo.
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