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La huelga de los controladores

Los viajeros abandonan Reus tras recoger las hojas de reclamación

El parón de los controladores aéreos convirtió ayer la terminal de Reus en un aeropuerto casi desértico. Pese a que la torre de control volvió a funcionar en el turno de tarde, la compañía Ryanair ya había decidido por la mañana cancelar los siete vuelos previstos. La normalización del tráfico aéreo no influyó a los cerca de 600 pasajeros que se quedaron en tierra. Cientos de hojas de reclamaciones apiladas en el tablero de información de AENA daban cuenta de ello. "Solo nos dedicamos a recoger quejas", ilustró la empleada que atendía como podía a decenas de viajeros entre frustrados, resignados y unidos por los reproches hacia los controladores.

El resultado fue un aeropuerto con los mostradores vacíos y los bancos repletos a medida que llegaban los viajeros. La mayoría abandonaron el edificio después de entregar su reclamación, aunque algunos se quedaron esperando un milagro. No se produjo. "Es una bestialidad. Las niñas se han quedado sin Reyes Magos", lamentó Montse, zaragozana de 42 años y casada con un holandés. El vuelo debía llevar a la familia a ese país para celebrar la festividad de San Nicolás, un personaje mítico que trae regalos a los niños holandeses el 5 de diciembre. Montse y sus hijos pasarán ese día en casa.

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