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Columna
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Artur Mas y la política española

Josep Ramoneda

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Desde la noche electoral han proliferado en Madrid las lecturas interesadas de las elecciones catalanas. En la prensa conservadora se ha intentado hacer subir al PP al carro victorioso de CiU: el centroderecha se impone en Cataluña. De centro, el PP catalán tiene poco. La campaña de Alicia Sánchez Camacho ha estado más cerca de Anglada que de CiU. En una coyuntura en que todo le iba a favor, desde el desgaste de los socialistas hasta la crisis económica, ganar poco más de un punto y medio no es para que el PP cante victoria. Y, desde luego, no es indicio de que los catalanes hayan abandonado su tradicional voluntad de evitar a toda costa que el PP gobierne en España. El PP sigue siendo una fuerza menor en Cataluña y la amplia ventaja de CiU le ha dejado sin espacio alguno para incidir en la política catalana. Su éxito no es su crecimiento, es el fracaso del PSC, una señal más de la decadencia de la socialdemocracia en España.

El PP sigue siendo una fuerza menor y la ventaja de CiU le deja sin espacio
Mas no es ningún aventurero, ya está acallando algunas de sus propuestas
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Desde el lado socialista, se intenta, por todos los medios, desmarcar a Zapatero y al Gobierno del descalabro del PSC. Zapatero ha estado en esta campaña en Barcelona varias veces junto con varios de sus ministros. No parece que haya levantado muchos votos. Seguro que el desgaste del PSOE no es la única causa del fracaso socialista, pero es una de ellas. Como lo es la crisis, el desconcierto ideológico de la izquierda, la derechización general de Europa y, sobre todo, la sensación de desgobierno que transmitió el tripartito y los vaivenes de un partido socialista sin norte ideológico ni objetivos precisos. El PSOE ha puesto ya en circulación la idea de que el error del PSC ha sido meterse en veredas catalanistas que le han alejado de su electorado tradicional. Creo que se equivocan. Los datos dicen otras cosas: el principal trasvase de votos en estas elecciones se ha producido desde los socialistas hacia Convergencia, por encima de los 100.000 votos. Es decir, que el que ha huido ha sido el flanco catalanista. El flanco más españolista principalmente se ha quedado en casa, como tantas veces. Si el PSOE aprieta al PSC hacia un cierre de filas lo único que hará es condenarle a un papel parecido al del PP en Cataluña, que es al que le han llevado estas elecciones. El PSC tiene que refundarse solito.

PSOE y PP se apresuran a mandar señales a Artur Mas. El futuro presidente catalán no es ningún aventurero. Una vez alcanzado del poder, ya ha empezado a poner sordina a sus propuestas más ruidosas. El martes en TV3, Artur Mas ya no habló de concierto económico sino "de pacto fiscal en la línea del concierto". Y Felipe Puig, del ala más firmemente soberanista, ya ha reconocido que el concierto es inviable. Artur Mas tiene una situación parlamentaria envidiable en un contexto convulso. La presión del dinero ya ha llegado: los mercados no quieren saber de reivindicaciones soberanistas que son vistas como factor de inestabilidad. Entraremos en un período centrado en la economía y en transmitir la imagen de una manera seria de gobernar (en contraste con la reputación del tripartito): coherencia, austeridad, orgullo nacional.

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La elección de Artur Mas aumenta las posibilidades del PSOE de completar la legislatura. Ya la tenía asegurada con el voto del PNV a los presupuestos, pero ahora podrá disponer de CiU si en algún momento lo necesita. Mas está a verlas venir, a la espera de un Gobierno fuerte pero sin mayoría absoluta. Como dijo en TV3, con un Gobierno débil como el actual no se pueden plantear requerimientos de fondo. ¿Cuál es el fondo? "La soberanía fiscal". En 2012, tanto el PP como el PSOE podrán contar con Artur Mas si le necesitan para apuntalar una mayoría. Pero el precio será alto. La diferencia entre estos tiempos y los del "peix al cove" es que Mas tendrá que demostrar cada vez que sus conquistas son pasos hacia una mayor plenitud de Cataluña. El país ha cambiado en estos siete últimos años y lo ha hecho en la dirección de consolidar el espacio nacional catalán. Y Rajoy tendrá que contener a su ultraderecha mediática si quiere contar con el favor de CiU. En este sentido, queda una incógnita interesante por despejar: ¿seguirá Durán Lleida como primer negociador en Madrid o se incorporará al Gobierno catalán como primer conseller, como pudo insinuar Mas en TV3? Como es sabido Durán Lleida es especialista en poner agua al vino de las reclamaciones catalanas, para hacerlas digeribles en Madrid.

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