Patente de corso
Aquella mujer había perdido un brazo siendo guerrillera tupamara. Era guapa, dura y valiente. Pérez-Reverte encontró su teléfono revisando un día una vieja agenda y se apresuró a llamarla. Lo hizo "con la esperanza de encontrar al otro lado de la línea su voz ronca, quemada de alcohol y tabaco y noches en vela, y amor, y guerra, y vida llena de emociones y aventura". La denomina La dama de Beirut y en este libro recuerda su vida antes de descolgar el teléfono muchos años después, con el temblor de saberse él mismo "tan diferente al muchacho flaco que, con una mochila y apenas 200 dólares en el bolsillo, llamó hace un cuarto de siglo a la puerta de su casa en Beirut".
Patente de corso es un libro lleno de historias y de personajes. Reúne más de 100 textos breves, bastantes de ellos escritos como auténticos relatos. La fuente de inspiración es aquí la vida: las personas que conoció en los 21 años que estuvo trabajando como reportero; los escenarios en los que anduvo rodando por esos mundos de Dios... y del diablo. Leer estas páginas es encontrarse con las postales de Mostar antes de la guerra; con el soldado Vladimiro, acostumbrado a buscarse la vida en una Bosnia de carros de combate; con Jasmina, aquella mujer pelirroja con pecas en la cara, de 23 años, a la que vio ducharse un día en Sarajevo, mientras caían bombas serbias como copos de nieve.
Reúne más de cien textos, muchos de ellos escritos como auténticos relatos Es la licencia del autor para decir sin remilgos todo lo que hay en la vida
Otros textos reflejan la crispación que se encontraba en este país áspero llamado España cada vez que volvía de una u otra guerra. Crispación y cainismo que contrasta a veces con un mundo callejero que combina la violencia y la ternura. Una mujer de bandera califica a Eva, grande, morena y espléndida, de la que cuenta una historia del deterioro. El chinorri de Juan retrata a un personaje inquieto, que "tenía un corazón de oro, pero el jaco le había dejado algún muelle suelto, un punto agresivo", y un día la arma, y hay más que palabras y se convierte para Pérez-Reverte en uno de los remordimientos de su vida.
En Patente de corso hay personajes entrañables, como esa mujer que tiene la cabeza llena de sueños y de literatura a la que llama La novia de D'Artagnan; y otros estúpidos, como los que pueblan Oh, Calcuta y El Domund de Marbella. En uno de estos textos se hace eco de la estancia de la joven y bella actriz Penélope Cruz con la madre Teresa de Calcuta. Para no perdérselo.
Otros son divertidos hasta la carcajada: Quins pecats tens?, lo publicó en 1997, cuando aún no se hablaba de reformar estatutos de autonomía. Para troncharse. Voces electrónicas debería figurar en una antología del humor. La carrera de la eriza es un retrato irónico de cómo somos.
Eso es Patente de corso: la licencia del escritor para decir sin remilgos todo lo que de ridículo, de trágico, de desternillante y de doloroso hay en nuestras vidas.
Mañana, viernes, por solo 7,95 euros con EL PAÍS, Patente de corso.
Babelia
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