_
_
_
_
_
ROCK

Hasta dentro de unos años

El mundo ya no es lo que era. Lo que antes fue circo banal, puro divertimento casi infantil, hoy podría ser tomado como una provocación. En un mundo de lenguaje capado, suerte tuvo Alice Cooper de que ningún meticuloso observador social pasase por el Sant Jordi Club, donde hubiese presenciado turulato una decapitación, varios ensartamientos, un ahorcamiento, maltratos varios a mujeres y desprecio por lo diferente. Lindezas al servicio de un espectáculo puerilmente macabro que el bueno de Cooper lleva paseando por el mundo antes de la extensión global de la moral protestante. Cosas veredes...

A Alice Cooper se le puede encarar de dos maneras. Por una parte, como a un trasnochado representante del rock duro con temáticas que se regodean en la muerte y la brutalidad. Por otra, como un esforzado trabajador que bromea banalmente con temas que solo alguien muy pacato tomaría como provocación. Su sonido, casi más pretérito que clásico, se sustancia en las mismas composiciones desde hace décadas, y su banda cumplimenta la labor sin aspavientos.

ALICE COOPER

Sant Jordi Club. Barcelona, 23 de noviembre.

Y a falta de muchos hits, abre y cierra actuación con School out, y siempre parece un artista conocedor de sus límites y honesto con su público. También se sabe moderar, así que esperemos que no vuelva con este show, igual a los antes vistos, hasta dentro de...

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_