"En vez de casas, había olivos plantados"
Urbancasa buscaba todo tipo de excusas para justificar el retraso de las obras
Uno de los 44 afectados por la estafa inmobiliaria de Urbancasa, que se está juzgando en la Audiencia de Guipúzcoa, vendió su casa de Hendaya con un plazo de varios meses para comprar como primera vivienda un pequeño chalet en Murchante (Navarra) que había visto en una revista. En ese momento, se puso en contacto con Ángel Crespo y María Victoria Ferrer, responsables de la empresa a la que se le imputan 27 acciones fraudulentas en la Ribera de Navarra y en Guipúzcoa. El afectado, de avanzada edad, visitó con los presuntos timadores el terreno y en ningún momento consideró la posibilidad de que no dispusiera de todas las licencias. "Como dicen en la mili, el valor se presupone", indicó el estafado, a quien los acudado no informaron de ningún problema.
"No podía ser cierto lo que estaba pasando", lamenta una afectada
El afectado entregó en concepto de reserva y de pagos parciales 76.803 euros y esperó a que la casa comenzara a construirse. Varios meses después, tras comprobar que las obras no empezaban, el hombre pidió explicaciones a Crespo, quien le dijo que no carecía del permiso de construcción y le ofreció a cambio otra casa en la misma localidad. De nuevo, la construcción jamás se inició. El afectado pidió al supuesto estafador que le devolviera su dinero, pero éste le aseguró: "Esa casa te la hago por mis cojones". Meses después, las obras seguían sin empezar y el hombre reclamó de nuevo su dinero, pero solo recuperó 17.000 euros, según testificó ayer.
El estafado no vive actualmente en un chalet, sino que tuvo que comprar un piso de 35 metros cuadrados "deprisa y corriendo". Le faltaban 63.803 euros.
La mayor parte de los timos que supuestamente llevaron a cabo Crespo y Ferrer, cuyo protagonismo en la estafa aún no se ha podido aclarar, seguían un patrón similar más allá de la finalidad de la compra de las casas -Crespo indicó en la primera sesión del juicio que muchos compradores querían especular- o del dinero entregado. Y siempre terminaba igual: una visita al lugar de las obras convencía a los estafados de que allí no iba a construirse nada.
Resulta especialmente llamativo el caso de una pareja que decidió comprar dos casetas en febrero de 2005 en Ablitas (Navarra), localidad en la que se han producido la mayoría de las estafas.
Sin conocer la resolución de diciembre de 2004 por la que el Gobierno de Navarra prohibía la construcción de las viviendas, el matrimonio entregó un total de 18.000 euros en concepto de reserva por ambas casetas. La pareja comenzó a dudar de la compra. "Visitamos las parcelas y en vez de casas, había olivos plantados", destacó ayer la mujer en el juicio. "Siempre había excusas", añadió. Crespo les dio dos pagarés sin fondos, con los consiguientes gastos que les suponía además a los afectados intentar cobrarlos.
Otra de las afectadas firmó un contrato de reserva por una vivienda en Ablitas y pagó 9.000 euros. Ante la imposibilidad de construir en esa parcela aceptó edificarla en Tublebras (Navarra), por lo que entregó a Crespo y a Ferrer 51.000 euros más. Cuando visitó por su cuenta la casa, halló a los dos estafadores enseñándosela a una pareja. "No podía ser cierto lo que estaba pasando", lamentó. Aún no ha recuperado nada.
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