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Reportaje:Las colecciones de EL PAÍS

La larga mano del Estado ruso

'Rebelión: El caso Litvinenko' narra el brutal asesinato del ex agente secreto

Andréi Nekrasov estaba filmando un documental sobre los problemas de Rusia y su falta de democracia cuando fue asesinado en Londres, en noviembre de 2006, el ex agente de los servicios secretos rusos Alexandr Lit-vinenko. Nekrasov había grabado meses antes una entrevista con Litvinenko, en la que este explicaba el proceso de desencanto que vivió al descubrir la corrupción que reinaba primero en el antiguo KGB y después en la agencia que le sucedió, el FSB. Aquella entrevista y el brutal asesinato de Litvinenko, envenenado con el isótopo nuclear polonio 210, que alguien vertió en su taza de té, se acabaron convirtiendo en el cuerpo central del documental Rebelión: El caso Litvinenko, protagonizado por Nekrasov y dirigido por él mismo y Olga Konskaya.

Nekrasov: "Muestra la transformación de gente que no puede mentir"

Andréi Nekrasov había quedado con este corresponsal para conversar en Londres sobre su documental, aprovechando que iba a viajar al Reino Unido para asistir a un festival de cine. Pero la entrevista tuvo que realizarse finalmente por teléfono porque Nekrasov fue detenido cuando participaba el pasado 31 de octubre en una manifestación en su ciudad, San Petersburgo, y la policía le ha retirado el pasaporte. Indicio, quizá, de que las denuncias que el cineasta refleja en la película tienen base. En esas manifestaciones, que se realizan desde mayo de 2009 cada día 31 de los meses que tienen ese número de días, quieren reivindicar al artículo 31 de la Constitución, que en teoría garantiza el derecho de reunión.

Como Litvinenko y como la también asesinada periodista Anna Politkóvskaya, Nekrasov empezó a cuestionar la situación política en Rusia al darse cuenta de los abusos cometidos en el combate contra el terrorismo y el secesionismo de Chechenia. Sobre eso, y en particular sobre un controvertido atentado en unos apartamentos de Moscú en 1999 que Litvinenko y muchos otros han sostenido que fueron en realidad obra de los servicios secretos rusos, versaba su primer documental de éxito, Disbelieve (Incredulidad).

"Eso fue algo así como nuestro 11-S. Los chechenos siempre reivindicaban sus atentados con cierta arrogancia, pero nunca aceptaron la responsabilidad de aquellos atentados. Yo investigué todo eso, hice una película que fue muy popular en Rusia. Eso fue en 2004. Entonces aún estaba Putin, pero era posible vender la película legalmente si tenías cuidado. Con la de Litvinenko ha sido imposible. La gente tiene miedo. Nadie la ha querido distribuir. Tienen miedo hasta de llevarse el DVD. Las cosas van a peor. Por un lado tienes la apariencia liberal, pero en realidad las cosas en muchos aspectos están yendo a peor en Rusia", afirma.

Cuando preparaba Rebelión, Nekrasov quería hablar "sobre personajes carismáticos que eligieron no ser conformistas, no cooperar con el régimen, pero que no son políticos profesionales", como Politkóvskaya y Litvinenko. "Lo que más me asombraba de él es que era muy normal, un ruso corriente que estuvo trabajando para el KGB. Para él, el KGB no era algo siniestro como lo veían los occidentales o los disidentes rusos. Al contrario, le parecía que era arriesgar la vida para servir a su país. Y a través de su propia experiencia, no a través de libros escritos por otros, vio que el sistema estaba podrido, que sus superiores no eran grandes héroes, sino manipuladores y gente que utilizaba la fuerza del servicio, a veces de forma muy primitiva, para amenazar a gente en sus negocios y sacarles dinero. Él no podía creerlo. Y vio cómo esa corrupción llevaba a un régimen autoritario porque no había una verdadera división entre la economía y la política", explica.

"Él vio cómo los servicios de seguridad, la organización más secreta, con un gran poder de intimidación, era la raíz de la mayoría de los problemas de Rusia. Y por desgracia eso no cambió. Siguió así durante los años noventa y luego en tiempos de Putin. Y a Politkóvskaya le pasó lo mismo a su manera. Ella pudo tener una vida muy cómoda pero por una cuestión de conciencia y de honestidad fue descubriendo gradualmente, paso a paso, que Rusia era una máquina de matar brutal e indiscriminada en esa zona supuestamente salvaje del Cáucaso. Me interesaba la transformación personal de gente que simplemente no puede mentir".

En Rusia, el asesinato de Litvinenko nunca tuvo el impacto que tuvo en Europa, "pero la gente lo recuerda porque muy pocos dudan de que fue asesinado 'por nosotros', como se suele decir, por rusos", explica Nekrasov. "Lo trágico es que la gente piensa que se lo merecía. Pero esa es la gran diferencia: en otros casos la gente dice 'oh, bueno, ya, pero no hemos sido nosotros', mientras que en este caso dicen 'hemos sido nosotros'. Esa es la diferencia. Y por eso le recuerdan y siempre será recordado. Y cuando Rusia sea realmente un país libre, todo eso volverá. Y esta muerte nunca será olvidada porque es muy simbólica. Es por ustedes, occidentales, por los que el Gobierno lo niega. Oficialmente dicen que no lo han hecho. Pero en Rusia apenas lo niegan. Hay un entendimiento tácito de que Litvinenko era un traidor y que eso es lo que le pasa a los traidores", concluye con pesar.

Litvinenko en estado crítico en el hospital tras ser envenenado.
Litvinenko en estado crítico en el hospital tras ser envenenado.EFEAP

Negra sombra

- Creado por Andréi Nekrasov y Olga Konskaya, el filme sigue al ex agente de los servicios secretos rusos Alexandr Litvinenko desde su exilio forzoso en Londres hasta su muerte por envenenamiento en la capital británica en noviembre de 2006. A través de conversaciones con Litvinenko, su mujer, amigos, e incluso con sus presuntos asesinos, Nekrasov analiza la llegada al poder del estado policial en Rusia y desvela sus sombras a lo largo de la última década.

Mañana, en su quiosco por solo 2,95 euros, al comprar EL PAÍS.

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