Un entierro con gritos de "¡Viva Berlanga!"
"Siempre se habla de Billy Wilder. Si Berlanga hubiera hecho cine en otra lengua, el mundo entero estaría hoy rendido ante su féretro", dijo ayer Pedro Almodóvar tras visitar la capilla ardiente de Luis García Berlanga, instalada durante el fin de semana en la Academia de Cine. El mundo entero no, pero el cine español y, principalmente, sus realizadores sí se rindieron ayer ante la maestría de ese gran mago e ilusionista, ese "domador de circo", como le definió Manuel Gutiérrez Aragón. Y le dieron el último adiós con generosidad y pleitesía, acompañados de numerosos ciudadanos anónimos y de políticos como la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Berlanga descansa desde ayer por la tarde en el cementerio municipal de Pozuelo de Alarcón, al lado de su hijo Carlos, donde fue enterrado en una ceremonia que se cerró con una ovación y gritos de "¡Viva Berlanga!". "Ha llegado el temido momento", aseguró su hijo mayor, José Luis.
Fue en Madrid un día triste, frío y lluvioso, en el que el cine reconoció su orfandad. José Luis Borau, ex presidente de la Academia, destacó la "fórmula mágica de su cine: acidez, humor, bonhomía y virulencia". Gonzalo Suárez resaltó su libertad: "Pasó por la vida sin sentirse nunca sometido". Concha Velasco, destrozada, confesó ante el féretro que persiguió a Berlanga durante toda su vida. "Y tuve la suerte de trabajar en su último filme, París-Tombuctú". Todos despidieron al gran mago.