Plasticidad del dolor
En las previsiones de quienes han diseñado la tecnología que ha hecho posible la resurrección del cine tridimensional no entraba, probablemente, que alguien atase una cámara a su pene para orinar, en tres dimensiones, sobre el resto del elenco. Ese es tan solo uno de los usos que los miembros del equipo Jackass le dan a su nuevo surtido de juguetes: también hay lanzamiento de dildos sobre la platea, vómitos y todo tipo de efusiones corporales proyectadas con histérico entusiasmo y, por supuesto -y quizá lo más interesante del conjunto-, una nueva retórica del dolor que exprime las posibilidades de la precisa imagen ralentizada de la cámara Phantom.
Jackass, el programa de la MTV que hasta ahora había inspirado dos largometrajes tan anarrativos y desestructurados como el presente, prolongaba el espíritu del slapstick del cine mudo, a través de una declinación pospunk y nihilista que desvelaba, bajo el aparente candor de esa comedia primigenia, el posible sustrato de una pulsión de muerte.
JACKASS 3D
Dirección: Jeff Tremaine.
Intérpretes: Johnny Knoxville, Steve-O, Bam Margera, Preston Lacy, Ryan Dunn, Chris Pontius.
Género: comedia. EE UU, 2010.
Duración: 94 minutos.
En esta tercera entrega, el elenco de payasos extremos no suben necesariamente las apuestas en su sucesión de desafíos, pero alcanzan la gloria en lo más artificioso del conjunto: las coreografías del caos que abren y cierran la película, con su virtuoso tratamiento de la imagen que convierte la carne de los cómicos en tierra sísmica bajo las inclemencias de las formas más ridículas de catástrofe que el ingenio pueda concebir. Es en esas secuencias donde el espíritu Jackass, nacido en el territorio silvestre de las pistas de skate, parece reclamar su lugar entre las estéticas del arte contemporáneo.
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