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Reportaje:

El cine rescata al ciudadano Negrín

Una película reivindica la polémica figura de quien fuera presidente del Gobierno republicano, atacado por el franquismo y criticado por sus compañeros socialistas

Rocío García

Un niño y una niña juegan en la nieve, despreocupados y felices, regocijándose en ese paraíso blanco, bajo la atenta mirada y la cámara de su abuelo. "Cuando tomé estas imágenes ya me habían acusado de ser una marioneta de los comunistas". Era el año 1952 en la localidad suiza de Murren. Los niños son Juan y Carmen Negrín. El abuelo es Juan Negrín, el que fuera jefe de Gobierno de la Segunda República Española entre 1937 y 1945, un hombre incomprendido y olvidado, que vivió los últimos años de su exilio en el anonimato, ocupado en París de la tutela de sus dos nietos. Hoy su nieta Carmen tiene 63 años, unos ojos azules impactantes y una mirada franca y emocionada. "Ha sido una gran suerte. Él nos educó a mi hermano y a mí. Era muy estricto, severo y exigente, pero al mismo tiempo uno no tenía el sentimiento de alguien que se imponía. Su autoridad era natural. Nunca había conflictos pero sí muchas discusiones", recordaba ayer Carmen Negrín, hija de Rómulo, segundo hijo del estadista socialista, en Valladolid donde presentó en la sección Tiempo de Historia de la Seminci, la película documental Ciudadano Negrín, dirigida por Sigfrid Monleón, Carlos Álvarez e Imanol Uribe.

El documental partió de material filmado durante su exilio por el político
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Entre la calumnia y el olvido

"Es un viaje de Negrín y no sobre Negrín", apunta Monleón sobre esta esclarecedora película que se adentra en el pasado familiar y político de un hombre nacido en una rica familia burguesa católica de Canarias , médico, científico políglota con una sólida formación académica, que dio sus mejores años al servicio de la Segunda República Española. y que, tras perder la guerra española siendo jefe de Gobierno -"a él no le gustaba hablar de guerra civil"- se exilia y sigue luchando por esos ideales socialistas que marcaron su trayectoria vital. Murió en su casa de París de un ataque al corazón, deprimido, desilusionado y abatido por la desunión del exilio republicano, el 12 de noviembre de 1956. Y su nieta, que todavía conserva en el recuerdo el día que la sacaron de la escuela para anunciarle su muerte, dice que sus restos nunca deberían volver a España. "Murió en el exilio y sería una manera de falsificar su historia".

Fue el hallazgo de unas películas domésticas, realizadas por el propio Negrín en el exilio, lo que ha permitido hacer realidad este trabajo y convocar, en palabras de Monleón, "al ciudadano Juan oculto tras la cámara y recrear su memoria para el espectador de nuestros días". También reivindicar al político Negrín, figura fundamental de la República y "chivo expiatorio de unos y de otros". "Hemos querido rescatar al personaje ensombrecido y olvidado, al estadista más importante de la política contemporánea española, y devolver la emoción del hombre que tuvo que asumir la responsabilidad de un Gobierno en el momento más trágico de nuestra historia reciente", añade el realizador. Ciudadano Negrín hace un exhaustivo y entretenido recorrido por la experiencia política de este hombre, sin olvidar al ser humano que latía detrás de ello y que, ya en el exilio, revivió una segunda paternidad con la tutoría de sus dos nietos. "Mi madre sufría una grave esclerosis múltiple, por lo que mi abuelo decidió sacarnos a mi hermano y a mí de México donde vivíamos para trasladarnos a París a vivir con él y con Feli, el gran amor de su vida, la compañera que llevó la serenidad a su vida y con la que encontró una sensibilidad tan cercana al pueblo", explica Carmen, a la que su abuelo la hizo viajar, ir a museos, al cine, al teatro."El día antes de su muerte nos llevó al circo. Siempre hacía cosas por nosotros, como si fuera lo último que iba a transmitir" .

Sus estudios en Alemania, su cátedra de Fisiología, su militancia en el Partido Socialista, la dirección de los trabajos para construir la Ciudad Universitaria de Madrid, el salto a la política, su paso por el Ministerio de Hacienda - "un Estado en guerra necesita para vencer tener su Hacienda tan fuerte como su ejército"-; su decisión de llevar el oro a la Unión Soviética," el país que demostró que no estaba en la órbita de la no intervención en la guerra, frente a los franceses e ingleses"; su discurso en la Sociedad de Naciones denunciando la ayuda de Alemania e Italia a las tropas rebeldes franquistas; la asunción de la cartera de Defensa en el momento más complicado de la guerra, tras la caída de Teruel, su tenacidad para "resistir, resistir y resistir". Todo está en el documental. También que fue Negrín quien consiguió que Francia abriera las puertas a los refugiados españoles y el que logró que México acogiera a los republicanos exiliados abandonados por las democracias occidentales. "Soy un hombre de orden y una persona tranquila", confiesa el doctor Negrín, con la voz del actor Juan Diego Botto. Fue valeroso y decidido, un político moderado convencido de que en España, en los años de la guerra, se estaba jugando la libertad del mundo entero, que tenía las ideas muy claras y era muy respetado en el exterior.

A Carmen Negrín, volcada hoy en la catalogación y escaneado de los más de 250.000 documentos que componen el archivo Negrín en las afueras de París, lo que más le costó fue dejar entrar en la intimidad de la familia y de él en particular a través de esas imágenes privadas y emotivas, en las que no solo aparece ella y su hermano, también su madre, enferma en silla de ruedas, su abuelo, en el jardín de la casa familiar de México, sentado frente a una máquina de escribir pocos mese antes de su muerte, y Feli, a la que Negrín conoció siendo ella una mujer de la limpieza en el laboratorio de Madrid y de la que nunca se separó. "Ha sido un proceso difícil pero me he dado cuenta de que es necesario para reivindicar su figura, para que la gente conozca a un hombre que legó el gusto por investigar y trabajar, por hacer uno mismo su propia carrera. Nos enseñó a que nada cae del cielo".

Fue expulsado del Partido Socialista en mayo de 1946 y no fue hasta 2009 cuando se le devolvió la militancia. En su tumba de París, por expreso deseo suyo, solo figuran sus iniciales J.N.C. "Jamás nada ni nadie me sacará del anonimato del ciudadano Juan, del que ójala nunca hubiera salido". La frase del doctor Negrín define bien su filosofía de vida.

Negrín (gabardina clara) y Azaña (de negro) con los generales Vicente Rojo (tras Negrín) y José Miaja (entre Negrín y Azaña), en plena Guerra Civil (1937).
Negrín (gabardina clara) y Azaña (de negro) con los generales Vicente Rojo (tras Negrín) y José Miaja (entre Negrín y Azaña), en plena Guerra Civil (1937).

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