"Cuando te dan los restos de tu familiar vuelves a la vida"
Los hijos de la primera víctima del franquismo exhumada rememoran el nacimiento de la memoria histórica
Emilio y Ramón Silva, de 84 y 86 años, miraban pensativos al suelo, a la fosa de la que hace 10 años rescataron los restos de su padre, fusilado en 1936, ajenos al enjambre de gente y cámaras de televisión a su alrededor. Sujetaban con manos temblorosas la bandera republicana que había cubierto una placa conmemorativa en la cuneta de Priaranza del Bierzo (Ponferrada), donde arrancó el movimiento de la memoria histórica, y pensaban en todos los que faltan por encontrar.
"Cuando se abre una fosa, recuperan los restos y te los entregan, el mundo cambia. Puedes volver a la vida normal. Porque siempre has sentido que te faltaba algo", explicó Emilio Silva Santín. Tenía siete años cuando un grupo de falangistas fusiló a su padre.
"Hemos abierto fosas destrozadas y bajo metros de basura", recuerda un forense
Pintada de Falange en una fosa: "Fueron ajusticiados, no asesinados"
Ramón, que acompañó a su padre cuando lo detuvieron, recordó cómo su madre le llevó comida y todas las joyas que tenía en casa el primer día. "Al siguiente, fue a llevarle el desayuno y le dijeron que había saltado por una ventana y se había escapado". Emilio Silva Faba había sido, en realidad, paseado y fusilado junto a otros 12 hombres. "Con 14 años me puse a trabajar en el taller del hombre que había conducido la camioneta hasta la fosa. Me dijo quién había matado a mi padre, pero no puedo decir el nombre, y también lo que había dicho mi padre antes de morir: 'Tenga en cuenta que tengo hijos'. El que disparó había sido expulsado de Renfe por pertenecer al Partido Comunista...".
"Pero se cambió de bando", prosiguió el entonces alcalde de Priaranza, Daniel Fernández, del PSOE. "Todo el mundo conocía esta fosa. Mi padre había visto los cuerpos antes de enterrarlos porque entonces los dejaban unos días para que la gente los viera y cundiera el ejemplo. Un profesor incluso había traído aquí a sus alumnos. No tuve ninguna duda de que había que abrir esta fosa. Creo que todos estábamos esperando a que alguien diera el primer paso".
Los arqueólogos, antropólogos y forenses que intervinieron recordaron ayer aquella primera exhumación e identificación de fusilados del franquismo. María Encina Prada, antropóloga física, contó que cuando encontraron los restos "fue un instante maravilloso, muy emocionante, en el que las familias se abrazaban y lloraban", y que luego analizaron los huesos en un laboratorio improvisado en una casa del Ayuntamiento. Prada lamentó que muchas de las personas que saben dónde están las fosas estén muriendo. "Es un trabajo contrarreloj".
El forense Francisco Etxeberria recordó: "Hemos abierto fosas destrozadas por postes de teléfono y otras sepultadas por cinco metros de basura, que se habían convertido en vertederos". El forense mostró la pintada que encontraron en una exhumación: "Fueron ajusticiados, no asesinados. Rojos, os falta la memoria. Vencimos y venceremos". La firmaba Falange, la misma que ha denunciado al juez Baltasar Garzón.
La noche anterior, el escritor Manuel Rivas había presentado un concierto por los diez años de trabajo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que comparó con La Odisea. "Nuestra Ítaca es Priaranza".
Pilar Manjón, presidenta de la asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, envió un mensaje en el que destacó la importancia "de resarcir la memoria de los que se fueron por una mano asesina"; y Baltasar Garzón, otro en el que aseguraba: "No puede haber democracia si la impunidad está presente".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.