Moratinos, 'víctima colateral' de la remodelación
El ministro de Exteriores cesa por causas ajenas a su gestión
Al ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, se le humedecieron los ojos cuando ayer por la mañana recibió los elogios de algunos compañeros diputados. Su relevo fue una sorpresa para todos. Empezando por él mismo. Curro, como se le conoce coloquialmente, contaba con el aprecio del presidente del Gobierno. "Es la mejor persona que se sienta en el Consejo de Ministros", replicaba Zapatero ante las críticas a Moratinos. Y también con su respeto profesional. "Eso ya lo arreglará Curro", respondía cuando se le preguntaba por el secuestro de los cooperantes o la huelga de hambre de Aminetu Haidar. Pero a veces no basta con el aprecio y el respeto. Un Gobierno es un puzle en el que deben encajar todas las piezas: la imagen de renovación, la paridad, la entrada de Leire Pajín, el ascenso de Trinidad Jiménez... Y si alguna pieza sobra, se desecha. Moratinos ha sido la victima colateral de un conjunto de factores que no tienen mucho que ver con su gestión al frente de la diplomacia española, por más controvertida que esta sea.
A Moratinos, que se enteró de su cese el martes por la tarde, se le veía ayer abatido. Se ha quedado a cinco meses de igualar el récord de Francisco Fernández Ordóñez, quien sigue siendo -con siete años menos un mes- el ministro de Exteriores más duradero de la etapa democrática. Y a solo un mes de la cumbre de Barcelona, en cuya preparación ha volcado siete años de experiencia como enviado especial de la UE para Oriente Próximo.
Su futuro es una incógnita, pero es seguro que Zapatero le demostrará su aprecio y no desperdiciará su envidiable agenda internacional. Tras haber rechazado las presiones del PSOE andaluz para que fuera candidato a la alcaldía de Córdoba, en medios diplomáticos se apunta que podría ser el nuevo embajador de España ante Naciones Unidas.
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