Atajar las causas
Chile y el mundo se emocionaron cuando los mineros atrapados por 70 días en el yacimiento San José volvieron a respirar el árido viento del desierto de Atacama. Centenares de compatriotas celebraron como si se tratara de una victoria deportiva más que un rescate minero.
¿Este es el fin del mito de país exitoso que proyecta Chile al exterior? De ninguna manera. El otro día escuché al cineasta Michael Moore decir una frase que, de seguro, el presidente Piñera enmarcará en bronce y colgará en un lugar destacado de su despacho: "La próxima vez que tengamos un derrame en el golfo de México, debemos llamar al Gobierno chileno".
Mi país, en vez de ser mirado con admiración, debió ser despreciado por la comunidad internacional, por exponer la vida de sus hombres al hacerlos trabajar como esclavos del siglo XVIII.
Chile, nuevamente, es reconocido internacionalmente por su capacidad de liderazgo regional. Sin embargo, no ha habido un análisis serio de lo que provocó la tragedia. El Estado se preocupa de brindar las mejores condiciones posibles al inversor, sin importar las condiciones laborales del trabajador, porque lo trascendental es proyectar cifras de estabilidad y bajo desempleo. Parafraseando el mensaje de los mineros: "Estamos mal los 16 millones en Chile".