_
_
_
_
La protesta social en Francia

Sarkozy pasa a la ofensiva

El presidente francés anuncia medidas para desbloquear la crisis de combustible - Los sindicatos sacan una multitud a la calle contra la reforma de las pensiones

Antonio Jiménez Barca

Nicolas Sarkozy, harto de encajar, pasa al ataque. Con medio país buscando combustible (sobre todo diésel) de gasolinera en gasolinera, los estudiantes revueltos, los trenes funcionando a la mitad y los sindicatos convencidos de que disputan el último asalto para que el Gobierno retire su proyecto de ley de reforma de las pensiones, el presidente francés anunció ayer que arbitrará medidas para solucionar la escasez de gasolina y evitar los bloqueos de depósitos de carburante. Lo dijo en Deauville (Normandía) junto al presidente ruso, Dmitri Medvédev, y la canciller alemana, Angela Merkel, durante una mini cumbre internacional algo descafeinada y muy ensombrecida por el clima de agitación e incertidumbre que vive el país, con 4.500 gasolineras esperando un camión de aprovisionamiento. "Ahora salgo para París a una reunión para evitar la falta de gasolina y para evitar los bloqueos de combustible". El Ministerio de Medio Ambiente contaba ayer una veintena de depósitos de carburante bloqueados de los 120 con que cuenta Francia.

La patronal alerta sobre el cierre de pequeñas y medianas empresas
Más información
Cancelado uno de cada cuatro vuelos entre España y Francia
Claves para entender la huelga de Francia
Una de cada tres gasolineras está sin combustible en Francia
Marsella encabeza el malestar francés

Pero también horas después de que Sarkozy diera un paso al frente, los sindicatos avanzaron a su vez: la sexta jornada de protesta desde que empezó el otoño, la tercera en una semana, volvió a sacar a la calle a una multitud que protestó contra el proyecto de ley. Según la policía, respondieron a la llamada de los ocho sindicatos principales en Francia 1,1 millones de franceses, algo menos que en el martes 12. Según los sindicatos, fueron 3,5 millones de personas, las mismas que hace una semana. Más allá del baile de cifras, en cualquier caso, el movimiento de protesta no se desinfla. Aunque tampoco crece.

Ahora, la pelota está en el Senado, donde se debate el proyecto de ley. Todas las previsiones auguraban que la votación final se iba a producir hoy. Pero los senadores del Partido Socialista francés, a base de introducir series de enmiendas y de alargar discursos, han retrasado el calendario. Los senadores de la Unión por un Movimiento Popular (UMP, el partido de Sarkozy) se han quejado de esta maniobra encaminada, a su juicio, a dar tiempo a que la batalla en la calle engorde. Los senadores socialistas replican que cumplen con su trabajo examinando con lupa una ley que obsesiona al país.

Así, la semana decisiva para Sarkozy se vuelve imprevisible, sin un final claro. El primer ministro, François Fillon, ha asegurado que "cuatro o cinco días" la situación de escasez de combustible volverá a la normalidad. Pero los sindicatos siguen paralizando las 12 refinerías del país y los automovilistas recuerdan que el fin de semana pasado varios ministros se sucedieron en la televisión para prometer que no habría problemas con el carburante y bastaba acercarse al surtidor más cercano de la casa de uno en París o en Marsella para darse de bruces con la realidad.

La huelga indefinida, la falta de gasolina y la incertidumbre generalizada afectan ya a la vida económica. La patronal francesa se muestra muy "inquieta" por los bloqueos de depósitos de combustible. La presidenta de la asociación de empresarios franceses, Laurence Parisot, señaló que si la situación no se calma, algunas pequeñas empresas podrían entrar en una deriva "catastrófica". El sector más afectado es el de la construcción y el de las obras públicas. Un comunicado emitido ayer por un portavoz de este sector recordaba que las empresas que construyen carreteras han sido las primeras afectadas por la paralización de las refinerías debido a que el asfalto procede de ahí: "Para otras empresas de construcción, la falta de gasoil impide a los camiones acarrear los materiales necesarios". Y añade que pueden verse obligadas "a tomar medidas como despidos técnicos".

Nadie se muestra dispuesto a ceder. Sarkozy ya lo ha repetido varias veces. Los sindicatos decidirán mañana, en una reunión, qué hacer, cómo continuar. Dos sindicatos, CFE CGC y UNAS, ya han advertido que en cuanto la ley se apruebe en el Senado, se descuelgan. "Somos un sindicato de técnicos legalista. Una vez la reforma aprobada, hay que retirarse. Además, no queremos que haya excesos, que esto degenere", aseguraba ayer en la manifestación el presidente de CFE CGC, Régis Dos Santos. Pero el resto de las organizaciones sindicales recuerda que en 2006 una protesta callejera similar obligó a Jacques Chirac a retirar un nuevo contrato para jóvenes a pesar de que ya se había aprobado.

Manifestación en las calles de Marsella contra la reforma de las pensiones del Gobierno francés.
Manifestación en las calles de Marsella contra la reforma de las pensiones del Gobierno francés.AFP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_