Del bolsillo a las vísceras
No se trata, ni mucho menos, de un anuncio inédito, pero el Partido Popular de Cataluña asegura que el eje de su campaña electoral para los comicios del 28 de noviembre serán "los problemas que de verdad preocupan a los ciudadanos", esto es, los que se relacionan con la crisis económica y afectan al bolsillo del electorado. Y sí, durante estas primeras semanas de otoño la candidata Alicia Sánchez-Camacho ha prometido, en caso de ser decisiva, austeridad presupuestaria, rebaja de impuestos, un recorte del 30 % de la Administración autonómica...; incluso, rindiendo tributo a la evidencia, ha reconocido que Cataluña soporta un déficit fiscal excesivo.
Sin embargo, este aparente deseo de apelar sobre todo a los intereses -y no a los sentimientos- de los votantes topa con un escenario nuevo y especialmente complejo para el PP. En efecto, por primera vez en tres décadas, los populares catalanes tendrán que disputarse ante las urnas a sectores entre los más vehementes de su electorado potencial, no ya contra otra fuerza política, sino contra cuatro o cinco de ellas.
El PP catalán tendrá que disputarse ante las urnas a sectores entre los más vehementes de su electorado potencial
De un lado estará en la liza Ciudadanos de Albert Rivera que, aunque se autodefina "de izquierda liberal", mantiene como signos de identidad básicos la defensa del castellano, supuestamente perseguido desde la Generalitat; el apoyo a la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto, y la explotación judicial de esta contra los avances legales del catalán, ya sea en la enseñanza o en el cine. También hay que contar con Unión, Progreso y Democracia; siendo el cabeza de lista Antonio Robles, es fácil prever que las tesis soi-disant bilingüistas estarán en el centro de su programa, mientras el discurso neocentralizador de Rosa Díez (que propone devolver al Estado las competencias en educación, sanidad y servicios sociales) hará parecer al PP cuasi federalista. Y no olvidemos al PSC del special guest star Felipe González, de Celestino Corbacho, de Joan Ferran...; el diputado Ferran ya propala que "vender 'independencia' es vender inseguridad, es ahuyentar inversiones, es cortocircuitar canales comerciales", supone "la segregación y jibarización del Estado". En fin, si bien Montserrat Nebrera parece resignada a un papel testimonial, no es el caso de la Plataforma per Catalunya de Josep Anglada, ante cuyo desparpajo islamófobo y antiinmigración el bueno de Alberto Fernández Díaz podría pasar por socio de SOS Racisme.
Así las cosas, no está siendo preciso esperar a la cercanía inmediata del 28-N para ver cómo el epicentro de los mensajes del PP se desplaza desde el bolsillo hasta las vísceras de sus potenciales electores, cómo las recetas anticrisis palidecen ante los gestos y las palabras de fuerte carga identitaria e intenso relente populista. Mientras el incombustible Vidal-Quadras recupera protagonismo para insistir en la peligrosidad congénita del nacionalismo catalán, la propia Sánchez-Camacho denuncia como un horrible liberticidio el que a una treintena de médicos se les exija acreditar su conocimiento de la lengua catalana y todo el partido (no sólo García Albiol) se lanza a exigir mano dura contra la inmigración irregular, a explotar la problemática de los gitanos rumanos, a proponer que los municipios denuncien a cuanto sin papeles ose empadronarse.
El ejemplo más vistoso de cuáles son las verdaderas prioridades del PP fue la aparición de Sánchez-Camacho en la Monumental durante la última corrida de la temporada, para contrarrestar la presencia en los tendidos de Albert Rivera y para prometer que, si el PP es determinante, "condicionará cualquier pacto poselectoral a la recuperación de las corridas de toros en Cataluña", una medida sin duda crucial en la salida de la crisis y la lucha contra el paro. Ante tanto rigor y tanto acierto a la hora de discernir lo que de veras preocupa a la gente, es de justicia parafrasear el famoso pasodoble en honor del torero Marcial Lalanda y gritar a pleno pulmón: "Alicia, eres la más grande".
Joan B. Culla i Clarà es historiador.
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