"Queda trabajo por delante"
Mujeres pesqueras de toda España reclaman un mayor reconocimiento económico y social para su labor
Pilar, una redera de Hondarribia, aún recuerda cómo las nevadas del pasado invierno le entumecieron los dedos complicando su labor. "Lloré de frío", confiesa. A pesar de todo, la guipuzcoana reconoce que la situación de las rederas hace 40 años era peor, ya que ni siquiera disponían de un local donde trabajar. Aunque sigue siendo un sector eminentemente masculino, "ahora nuestro trabajo está más reconocido, pero todavía queda trabajo por delante y muchas barreras que derribar", indica.
Con este objetivo, dignificar el valor de la pesca femenina, comenzó ayer en el Kursaal de San Sebastián el primer Congreso de la Red Española de Mujeres en el Sector Pesquero, a cuya inauguración asistieron la ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Elena Espinosa; la consejera de Medio Ambiente, Pilar Unzalu, y el alcalde donostiarra, Odón Elorza.
El 90% de puestos de la industria transformadora los ocupan mujeres
Espinosa, Unzalu y Elorza acudieron a la inauguración del congreso pesquero
Silvia y María Dolores llevan 20 años cada una trabajando como percebeiras en La Guardia (Pontevedra) y aseguran que su labor no se reconoce lo suficiente, ya que la remuneración es muy baja y no evoluciona equilibradamente con los precios del mercado. "Trabajamos condicionadas", afirman. Ambas recalcan que compaginar las labores domésticas con la recogida del marisco "no es sencillo", máxime cuando "no se nos permiten excedencias en ningún caso".
Además, lamentan que la jubilación se produzca "tan tarde" porque "a ver quién salta de roca en roca con 60 años". Por ello, quieren aprovechar este congreso, que concluye hoy, para intercambiar opiniones y experiencias con compañeras de otras comunidades.
Unas 300 mujeres de Andalucía, Cantabria, Comunidad Valenciana, Galicia, Madrid, País Vasco e, incluso una de las Islas Azores, compartirán mesas redondas y aprenderán prácticas de otros colectivos que les puedan resultar beneficiosas para su trabajo.
Euskadi cuenta con un total de 2.000 puestos de trabajo en la industria transformadora -conservas, procesado de pescado y elaboración de platos con base de pescado-, de los que prácticamente el 90% está ocupado por mujeres, y 135 rederas, neskatillas, que realizan la descarga de la flota de bajura, y empacadoras. Es especialmente alarmante el caso de las rederas, que han pasado de ser 80 en 2007 a solo 64 en el presente año.
Raquel Bilbao es la presidenta de las Neskatillas y Rederas Autónomas de Bermeo, que se encargan de que el pescado llegue en buen estado a las lonjas. Minutos antes de la inauguración del congreso, confesaba desear "compartir experiencias y vivencias con mujeres de otros puertos". Según la mujer, desempeñan un trabajo "poco valorado" y que no acaba de "despojarse de la discriminación". En este sentido, Bilbao lamentaba que a las neskatillas no se les apliquen los "coeficientes reductores de la Seguridad Social como en otros trabajos". Además, la bermeotarra pidió "reconocimiento" para enfermedades derivadas de su labor, como la artritis o la artrosis. "Todas hemos tenido este tipo de problemas y no se hace nada para solucionarlos", explicaba.
Galicia es, seguramente, el territorio en el que las rederas están mejor organizadas, ya que en 2004 se constituyeron en la Federación Galega de Redeiras Artesás para responder a la precaria situación laboral en la que se hallaban. Actualmente, 724 mujeres trabajan en esta actividad, menos común en Asturias o Cantabria.
Purificación y María Isabel son parte de la dirección de la cooperativa Ardora Formación, una comunidad que atiende a la formación en el sector pesquero, la gestión medioambiental y la prevención de riesgos laborales y que en 2007 fue nombrada por el Consejo Gallego de Cooperativas como mejor proyecto de 2007 en esa Comunidad Autónoma. "El trabajo que realizan estas mujeres es una profesión como otra cualquiera", comentaban convencidas de que se debe avanzar en la regulación.
Según las dos mujeres, "el marisqueo femenino se realiza de forma autónoma y cuesta compaginarlo con la vida personal". Ambas explicaron que la mayoría femenina se debe a que, hace tiempo, la cercanía del mar a los hogares facilitaba "compaginar las tareas domésticas con el marisqueo" y suponía un "complemento" para la economía familiar.
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