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Entrevista:LAS COLECCIONES DE EL PAÍS

"Los criminales son gente común"

Jacques Vergès, protagonista del documental 'El abogado del terror', defendió a nazis, dictadores y asesinos

Antonio Jiménez Barca

Su despacho, al norte de París, se encuentra abarrotado de máscaras, cuadros, libros antiguos, vasijas, tableros de ajedrez, retratos, dioses raros y esculturas. Él espera, con un puro apagado en la mano, en uno de los sillones. Jacques Vergès, nacido en la isla Reunión, colonia francesa, de padre francés y madre vietnamita, denominado desde hace mucho El abogado del diablo, tiene 85 años, pero no los aparenta. Ha defendido, entre otros, a terroristas argelinos, a terroristas alemanes, a Carlos El Chacal; al nazi Klaus Barbie, El Carnicero de Lyon; a asesinos en serie y a dictadores africanos. Luchó con De Gaulle, se embarcó en el Frente de Liberación Nacional Argelino, se esfumó durante ocho años en los que nadie supo dónde estaba y volvió convertido en abogado de indeseables. Es amable, inteligente, culto, cínico, enigmático e inquietante. Habla muy lentamente, como si en vez de contar recitara. En 2008, el director Barbet Schroeder realizó sobre él y su vida el documental El abogado del terror.

Pregunta. ¿Qué le parece el documental?

Respuesta. Cuando me visitó Schroeder comprendí que quería hacer un documental contra mí. Pero me dije que así se vería que no tengo cuernos ni rabo. El documental es interesante porque ilustra una mitad de siglo de vida colonial, con el terrorismo de un lado y la tortura del otro.

P. ¿Por qué se hizo abogado?

R. Yo no tenía mucha vocación al principio. Me hice activista estudiantil. Pero a los 29 años me dije que ya no podía seguir siendo estudiante. Busqué una profesión liberal a la que se llegara rápido. Tras convertirme en abogado, al ir a defender a un joven delincuente, cuando me contó su vida, me dije: "Yo podría estar en su lugar". Así descubrí mi vocación.

P. Cada vez que ha defendido a alguien, ¿ha pensado lo mismo?

R. Sí, señor. En todos los criminales hay una parte de humanidad. En Klaus Barbie había también un hombre que sufría. Puedo ponerme en el lugar de un nazi, un terrorista o un colono.

P. Pero es raro elegir siempre a los más sombríos...

R. Había un abogado francés que decía: "A mí me gustaría dejar de defender a los malhechores y poder defender a las vendedoras de rosas, pero todavía no he tenido la oportunidad".

P. ¿Cómo son esos criminales? ¿Cómo es ese lado oscuro?

R. Cada uno de nosotros tiene una parte sombría. El Vampiro de Düsseldorf amaestraba pájaros y cada uno de nosotros incuba una parte de maligna... Aunque los criminales atraen más.

P. ¿Por qué?

R. Porque nos hacen preguntarnos cosas sobre nosotros mismos. Las víctimas, no. Una mujer que llora porque han secuestrado a su hijo no nos inquieta. Comprendemos su dolor. El secuestrador nos fascina porque nos hace preguntarnos sobre nuestra propia moral. Esa fascinación no es perversa, obedece al deseo de explorar el corazón humano.

P. ¿Pero usted ha defendido a esos criminales por esa fascinación o por otros intereses?

R. Yo también me lo pregunto. Decía el inspector Maigret: "El crimen no me interesa, sino lo que hay en la mente del criminal".

P. ¿Cómo era Klaus Barbie, El Carnicero de Lyon?

R. Una persona normal, como cualquier otra. Eso es lo terrible.

P. ¿Terrible?

R. Los criminales son gente común. Primo Levi, que sobrevivió a Auschwitz, decía: "Nuestros verdugos no eran criminales natos ni monstruos, sino, por desgracia, hombres ordinarios".

P. Durante muchos años usted desaparece. Volvió cambiado.

R. Yo no cambié, sino el mundo. Y la clientela.

P. Defendió a terroristas de la Baader-Meinhof. ¿Por qué?

R. Había simpatía. Pero ya no adhesión política.

P. ¿Cómo eran?

R. Apasionados, desinteresados y estimables.

P. ¿Cómo es Carlos El Chacal?

R. No diré nada sobre él. Tiene todavía un juicio pendiente.

P. Y ahora, ¿qué hace usted?

R. Soy abogado de gente común. Es tan estimulante como lo otro. Lo estimulante era encontrar esa huella de humanidad en los criminales. Cuando acepté defender a Barbie, recibí muchas cartas de gente enfadada conmigo. Pero también un telegrama de Jean Genet: "Señoría: nunca he sido más amigo de usted que ahora". Eso compensó lo demás.

Jacques Vergès, con una máscara de su colección.
Jacques Vergès, con una máscara de su colección.DANIEL MORDZINSKI

La película

- El director Barbet Schroeder intentó con este documental explorar la personalidad de Jacques Vergès. Este abogado, que defendió a terroristas como Carlos El Chacal o nazis como Klaus Barbie, El Carnicero de Lyon, luchó en su juventud contra el colonialismo francés en Argelia. De hecho, se casó con una activista, Djamila Bouhired, a la que defendió y liberó, y con la que tuvo dos hijos.

El DVD, mañana, por 2,95 euros, junto con EL PAÍS.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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