El proceso de paz agrieta al Gobierno israelí
El Ejecutivo, dividido ante la extensión de la veda para construir en las colonias
La presión de Estados Unidos ha hecho efecto sobre Benjamín Netanyahu. El primer ministro israelí parece dispuesto a establecer una nueva moratoria de dos meses sobre la ampliación de colonias en los territorios ocupados, para evitar que las conversaciones de paz con los palestinos se rompan a las pocas semanas de haber recomenzado. Pero una parte sustancial del Gobierno se opone. La cuestión amenaza la estabilidad de la coalición de Netanyahu.
La moratoria marca la línea de división en la política israelí. Quienes se oponen a ella esperan heredar, de alguna forma, la posición que solía ocupar el propio Netanyahu como campeón del ultranacionalismo y de la colonización de Cisjordania.
La reunión que mantuvo ayer el llamado "grupo de los siete", el núcleo del Gobierno, reveló las tensiones internas y las dificultades del primer ministro. El lunes, Netanyahu había anunciado la cancelación de varios actos previstos para el martes con el fin de dedicar la jornada a convencer al "grupo de los siete" de que valía la pena intentar una breve moratoria. Pero, al término de la reunión, un portavoz oficial declaró que Netanyahu y los ministros solo habían discutido sobre una supuesta "campaña de deslegitimación internacional" contra Israel. En realidad, Netanyahu se topó con la resistencia de los ministros de su propio partido, el Likud. Y, antes de provocar una crisis, prefirió darse un respiro y volver a intentarlo hoy.
Ya queda muy poco tiempo para salvar las negociaciones. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y la Organización para la Liberación de Palestina dejaron muy claro el sábado que no habría nuevos contactos con Netanyahu mientras Israel construyera en los territorios ocupados, pero abrieron un compás de espera hasta que la Liga Árabe tomara una decisión definitiva. La Liga Árabe tenía que reunirse el lunes, luego el miércoles, y ahora está convocada para el viernes. No parece probable que haya ulteriores aplazamientos.
La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, telefoneó a Netanyahu el domingo y le hizo saber que la Casa Blanca tenía el máximo interés en mantener vivas las negociaciones. A cambio de un par de meses de moratoria le ofreció armamento y le garantizó que Washington exigiría a Abbas que aceptara el establecimiento de bases militares israelíes en la orilla del Jordán, es decir, dentro de un hipotético Estado palestino.
La presión de Clinton se combinó con las presiones del presidente egipcio, Hosni Mubarak, quien advirtió de que un fracaso de las negociaciones conllevaría un grave brote de terrorismo islámico en todo el mundo, y del rey Abdulá de Jordania, quien declaró que "las futuras generaciones" serían muy críticas con los actuales dirigentes si no se aprovechara la "oportunidad histórica" de alcanzar un acuerdo. Mubarak, en permanente contacto con Clinton, habló ayer también con Abbas para recomendarle que los negociadores palestinos mantuvieran una postura flexible.
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