A la búsqueda del porteador ilegal en el súper
Decenas de 'transportistas piratas' se ofrecen en las grandes superficies
No les pareció bien. Hace tres semanas un grupo de transportistas ilegales se enzarzó en una pelea, con cuchillos y palos, en el aparcamiento de una de las tiendas de la cadena sueca Ikea en Madrid. A dos de ellos no les gustó que les saltasen su turno a la hora de hacer portes improvisados, capturando clientes a lazo, a la salida del centro comercial La Gavia, de Vallecas. Aunque el fenómeno lleva años, en estos meses se ha incrementado. Decenas de hombres abordan a los clientes que salen de los tres Ikea que hay en Madrid. Ofertan sus furgonetas a cambio de 40 euros más o menos, incluso se ofrecen a montar los muebles, aunque sus habilidades en el bricolaje sean más que limitadas.
Pero, a pesar de la aparente desorganización, todo está controlado. Ni la multinacional sueca ni las Administraciones tienen particular problema con estos "negocios". Y los participantes en ellos, a pesar de que las reyertas "son casi todos los días", según un camerunés cuyo nombre prefiere preservar, han establecido unas normas. Turnos.
Ali, nombre ficticio, no es el propietario del camión. Pero su jefe, Faruk, le encomienda un trabajo. Se pasa más de 12 horas al día, de lunes a sábado, esperando sobre un bolardo a que haya suerte. Hoy la ha habido, "pero solo una o dos veces por día", dice, al tiempo que se ofrece a ayudar en cualquier otro porte que uno tenga que hacer en una gran superficie: "te llevo hasta la compra del supermercado", sonríe. Llegó de África hace cuatro años. Y trabajó en la construcción. Pero eso "se acabó y hay que buscarse la vida sin robar", dice.
Como él, en Vallecas, Alcorcón y San Sebastián de los Reyes, los hombres de las más diversas nacionalidades, como Mario o Gabriel, latinoamericanos, cuentan historias muy semejantes. Historias que tienen a la crisis como actor principal. Todos trabajaban en empleos auxiliares de la construcción. Algunos de ellos, como Adrian, rumano, crearon cuadrillas. Ahora, esa misma cuadrilla la ha reconvertido en un grupo de pacientes porteadores ilegales.
"Esto es una batalla continua", explica Ali, que cifra los problemas en "la presencia de la policía todo el rato y los grupos de gente que se pone violenta". Según él, algo frecuente. Adrian afirma, sin embargo, que los altercados son raros. Con quien no suelen tener ningún problema es con el propio establecimiento. "Nos dejan trabajar, no les importa". Y así es. Los camiones ilegales están aparcados en la misma zona que los del propio Ikea, aunque algo más atrás y la captación de clientes se hace sin el menor disimulo.
Esa captación tiene sus reglas. Aunque todos los que están trabajando se empeñan en dar sus tarjetas con sus datos, algunas con elaborados dibujos y eslóganes en los que prometen "ir a cualquier sitio de España", uno acaba marchándose con el que le corresponde por turno. "Aunque hay quien no quiere esperar y entonces se arma".
Las distintas policías locales de los Ayuntamientos de Madrid, Alcorcón y San Sebastián de los Reyes patrullan por la zona con frecuencia. Pero no lo consideran "un problema grave".
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