Balance de la huelga general
La huelga general del 29 de septiembre, aunque con desigual distribución de seguimiento, ha tenido muy fuerte impacto en varios sectores. La masiva asistencia posterior a las manifestaciones ha dejado claro que haciendo o no huelga los ciudadanos se niegan a ver reducidos sus derechos laborales.
La soberanía reside en el pueblo, los ciudadanos, y el gobierno debe ser en democracia real la representación de la voluntad de los mismos. La vigilancia del respeto a los derechos de los trabajadores recae en los sindicatos. Toca pues ahora que el gobierno, si pretende ser legítimo, tome nota del sentir del pueblo al que representa, y que los sindicatos, para cumplir su deber, se esfuercen sin ceder en obtener un rédito real para los trabajadores de la huelga que han convocado, no conformándose con migajas.
Afirmaciones como la de que la huelga del 29-S "no cambiara ni una coma de la reforma laboral" son simplemente antidemocráticas. Es hora de que este Gobierno decida si quiere representar a los ciudadanos y ciudadanas de España, o al Fondo Monetario Internacional y a los mercados.-
He sido catedrática durante 40 años dando clase en el bachillerato en varias ciudades españolas. He hecho muchas huelgas, no solo las generales, sino también las que nos afectaban a los enseñantes, y que fueron muchas más. Todos los que participábamos sabíamos que nos iban a descontar una sustanciosa cantidad de dinero a final de mes de nuestro parco sueldo y, pese a todo, las llevábamos a cabo, explicándoles a los alumnos nuestros motivos que, a menudo, también les afectaban a ellos. Acabo de leer con estupor que, frente a la decisión de varios diputados de las Cortes de hacer la huelga del 29, el presidente de la Cámara, J. Bono, ha dicho que los diputados no son empleados de la Cámara y la asignación que perciben por su labor, establecida en la Constitución, no es equiparable a un sueldo y "no es renunciable". Me acuerdo también que en el año 2009 hubo dos huelgas de jueces y tuvimos noticias de que, en ningún caso, hubo sanción económica. Ahora me pregunto: ¿dónde queda el artículo 14 de la Constitución que establece que todos los españoles son iguales ante la ley?
La huelga general se ha consumado. Su seguimiento ha sido muy desigual, desde luego ni ha habido normalidad ni la ha secundado el 70% de la población. La guerra de cifras no conduce a nada práctico salvo para dar más audiencia a las tertulias políticas y a quienes hacen de la teoría política un medio de vida. Lo que necesitamos son políticos, de la cabeza a los pies y lo digo en sentido literal: con cabeza, con corazón y con... coraje. Consigan que los PGE no sellen diferencias irreconciliables entre quienes apenas tienen y los que tienen de sobra, que la ley de economía sostenible se traduzca en la ley social de la economía y el empleo, que la negociación colectiva sea el marco que fije las condiciones de trabajo y que los sistemas de salud, educación, dependencia y seguridad social vuelvan a ser el centro de las políticas del Estado. Mayoritariamente, la población en el día de hoy ha dicho: no es el momento de hacer huelgas, salvo que sean a la japonesa.- María Eugenia Bolaños. Madrid.
De nuevo hemos tenido que oír que el seguimiento de la huelga general ha sido inducida por la coacción de los piquetes, ya que de sobra sabe todo el mundo que no esté cegado por la ignorancia, que no hay mayor coacción que la que somete el empresario que no deja que sus asalariados ejerzan su derecho de huelga, con la amenaza del despido fulminante.- Manu Ballesteros. Bilbao.
Me gustaría saber qué libertad para hacer huelga tiene el trabajador que sufre las amenazas del empresario que le insinúa que si hace huelga y no acude a trabajar "se atenga a las consecuencias".
El Código Penal castiga los llamados piquetes violentos, pero también debería castigar a los piquetes empresariales que coartan la libertad de los trabajadores con sibilinas amenazas que conculcan el derecho de huelga.
Esta actitud representa poco respeto a los derechos laborales, cosa por otro lado bastante frecuente entre una parte de los empresarios de nuestro país acostumbrada a competir solo a base de bajos costes laborales y a gastar poco en innovación o investigación.
Esos mismos "empresarios" son los que reclaman respeto a la libertad al trabajo y al libre mercado. Pero en realidad solo les interesa una Reforma Laboral que facilite sus ganancias y les permita despedir más barato, a poder ser gratis.
Pero se equivocan. Porque la pérdida de derechos y el abaratamiento de la mano de obra solo genera miedo al futuro y traerá más miseria para todos. También para esos empresarios y comerciantes, porque sin poder adquisitivo no hay confianza para el consumo, y sin consumo no hay economía que levante cabeza.
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