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Reportaje:

Ni BNG ni ensalada ni pan

El paro apenas se nota en el Parlamento, donde sólo faltaron los diputados nacionalistas

Doce escaños vacíos en el ala nacionalista del hemiciclo. Tortilla sin pan del día y nada de ensalada en el menú porque ni la furgoneta de la frutería trajo lechuga y tomate ni el panadero pudo acceder al Pazo do Hórreo. Esas fueron todas las faltas que registró ayer el Parlamento gallego donde PSOE y PP debatieron durante toda la mañana con la misma normalidad de cada pleno, como si la huelga no fuera con ellos.

Si es cierto que ésa es la casa del pueblo, el pueblo asistió ayer en masa a trabajar ajeno al paro. Lo hicieron las 15 empleadas de la empresa Samyl que limpian pasillos y despachos, pese a que alguna de ellas está a favor de la protesta, "porque no son tiempos para perder dinero con un sueldo de 800 euros al mes".

Sólo el 9,19% del personal que trabaja en la Cámara secundó la huelga
Cada diputado del Bloque devolverá ciento y pico euros a la tesorería

Estaban Ángela e Irene y las dos Evas, intérpretes de la Federación Galega de Sordos, traduciendo cada palabra de los diputados al lenguaje de signos. Y también los dos técnicos y el realizador de la sección de nuevas tecnologías que retransmite los debates por Internet. Así, hasta 79 personas de las 87 que componen la plantilla del Parlamento. Entre los ocho que faltaron, el 9,19% del personal, cuatro ejercen como sindicalistas. Así que los servicios mínimos decretados no llegaron a entrar en vigor.

El café y las pastas acudieron puntuales a la sala de prensa y a la zona de esparcimiento de los políticos porque en la cafetería tampoco hubo ausencias, seis de seis detrás de la barra. Más allá del pan y la bollería, que fueron precocinados y lucieron algo más tostados de lo habitual porque "no es costumbre" del establecimiento "recalentar" barras congeladas. En los inmaculados jardines interiores, a resguardo de piquetes, dos operarios recortaron las plantas que entretienen el pitillo de media mañana de políticos y periodistas, durante las pausas parlamentarias. El tercero se quedó en casa de huelga, pero sus dos compañeros estaban obligados a acudir según la implacable hoja de servicios mínimos que dictó la subcontrata.

Pleno en el equipo de confianza de la presidenta, Pilar Rojo, los cinco en su sitio. Y en la sede del PP, con sus 10 trabajadores, que tienen una "opinión parecida del Gobierno y de los sindicatos convocantes". Pero, sobre todo, lleno total en la oficina y los bancos socialistas, pese a que muchas de sus señorías compatibilizan el puño y la rosa con las siglas de UGT. Uno de los fundadores del sindicato en Galicia, parlamentario con galones en el grupo, explica en voz baja que tampoco ve a su central "muy convencida de un paro que no resuelve nada". "Varios de nosotros pagamos las cuotas sindicales, pero aquí no hay problemas de conciencia", asegura.

Entre la marca PSOE y Cándido Méndez, diputados como Carmen Gallego, Mar Barcón, Modesto Pose, Guillermo Meijón, u otros como Ricardo Varela o José Tomé, con un amplio pasado sindical, eligieron el partido. En el fondo, todos esperaban, y alguno llegaba a admitirlo en privado, a que pasase el día para olvidar pronto este 29-S en que la izquierda se enfrentó a la izquierda.

Entretanto, en el hemiciclo cada diputado popular ensayaba el argumentario recién horneado según el cual una parte de las coaliciones de PSdeG y Bloque en los Ayuntamientos se estaba manifestando contra la otra. Y en los pasillos, la conselleira de Facenda, Marta Fernández Currás, repasaba su intervención en un banco, sabedora de que no era día para mucho trasiego en coche oficial de la Xunta a la Cámara.

Reinó el bipartidismo por un día -ahora PP, ahora PSOE- sin que el controvertido diputado popular Ignacio López-Chaves tuviera más problemas para expresarse en castellano. No hubo cartelitos contra él en los escaños nacionalistas cuyos titulares pagarán la ausencia a razón de ciento y pico euros al día "en función de sus responsabilidades". Esos mil euros largos volverán a la tesorería de la Cámara porque así lo pidieron sus señorías nacionalistas renunciando a su salario.

Como sus jefes, los trabajadores del Bloque tampoco se presentaron. En la sede, vacía, docena y media de periódicos seguían metidos dentro de una bolsa de plástico al mediodía. En la fotocopiadora, a falta de mociones o notas de prensa, un folio con lecciones de gramática en inglés para debutantes, como si el trilingüismo de Feijóo encontrase algún partidario en el BNG.

Al otro lado del teléfono, su portavoz parlamentario, Carlos Aymerich, explica que hubieran preferido dedicar esos fondos a financiar la lucha sindical o a los mariscadores de la ría de O Burgo. Y que la de ayer no fue una jornada de asueto para él ni para sus compañeros, que asistieron a distintas movilizaciones convocadas por el sindicato CIG contra la política económica del Gobierno.

Diputados de PSOE y PP en el Parlamento, donde ayer permanecieron vacíos los escaños nacionalistas.
Diputados de PSOE y PP en el Parlamento, donde ayer permanecieron vacíos los escaños nacionalistas.ANXO IGLESIAS

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