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Moda

En Cibeles nada cambia para que todo siga igual

Arzuaga y Delfín cierran una semana cargada con una sensación de 'déjà-vu'

Elsa Fernández-Santos

Se supone que la moda no solo juega con las temporadas y la meteorología, sino también con el tiempo y los sueños, para que de su mano podamos llegar cada vez a nuevo puerto. Por desgracia poco de eso ocurre en la Cibeles Madrid Fashion Week, que ayer cerró sus puertas en Ifema, una vez más, como si nada hubiera pasado aquí durante los seis días de desfiles, brindis y telas. En el claustrofóbico recinto ferial madrileño, el tiempo se detiene de una manera aterradora: las luces, los tenderetes de las marcas, el público, las modelos, la música... todo parece igual que hace seis meses o que hace un año. En este lugar, que debería ser un canto a lo que uno debe ponerse o quitarse, todo da igual. Estamos en septiembre, pero podría ser febrero. Vuelven los sesenta, y los setenta, y los ochenta, o lo que sea.

Los últimos desfiles dedicados a la primavera-verano de 2011 estuvieron en manos de Kina Fernández, Davidelfin, Juanjo Oliva, Javier Larrainzar, Amaya Arzuaga, Lydia Delgado y Elio Berhanyer. La última jornada quizá debería ser la más festiva pero es, de lejos, la más desangelada, y ya a partir de las seis de la tarde la estampida parecía general. Se dan los premios, eso sí, y el de L'Oréal a la mejor colección fue para Teresa Helbig.

Davidelfin desfiló con la misma ropa que la semana pasada había estrenado en Nueva York. Cambió el decorado y, cortejada por unos viejos focos de pie, paseó una colección que mostró el gusto del diseñador por la estética del telón de acero. Lo tituló Tautología y repartió entre el público (con esa inclinación suya al drama) un extracto de La balada de la cárcel de Reading, poema de Oscar Wilde en el que "cada hombre mata lo que ama...". Fiel también a sí misma y esa ligereza de salón francés de principios del siglo XX, la barcelonesa Ly-dia Delgado se inspiró en un jardín "enamorado" para una colección en la que ella ve ángeles, querubines y cupidos. "Evocando a Cocteau", dice, "perlas, cintas de seda, amor, souvenirs y el mar". Amaya Arzuaga (que el próximo martes presentará en París su colección de autor) desfiló con sus trabajos para AA prêt-à-porter y AA Maille. Punto, volumen y volantes para esas noches sin horas a las que no renuncia la burgalesa.

Lejos de los cuadros pastel de Delgado, los cortes estrictos de Delfín y la fiesta de Arzuaga, Juanjo Oliva celebraba ayer los 10 años de su firma con 60 piezas a todo color que llamó One in other. "Es una reflexión sobre lo hecho hasta ahora. Una mirada desde la madurez. Hay algo de todas mis colecciones, de todas mis referencias". Los vestidos como centro de un trabajo para el que el diseñador ha intentado olvidar las "malas sensaciones" de una década que prometía todo pero nos deja sumidos en quién sabe si un fértil pánico.

Arriba, desfile de Davidelfin.
Arriba, desfile de Davidelfin.GETTY
A los lados, modelos presentados por Amaya Arzuaga.
A los lados, modelos presentados por Amaya Arzuaga.B. PÉREZ

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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