El rayo que no cesa

El Festival de Música de Alicante ha dedicado las primeras jornadas de su 26ª edición a recordar la figura de Miguel Hernández y las correspondencias en música de su poesía. La cercanía de la fecha de su centenario -nació en Orihuela, Alicante, el 30 de octubre de 1910- ha puesto en bandeja diferentes homenajes. La musicalidad de su poesía encontró también en el arte sonoro un terreno estimulante para la creación. El Festival de Alicante ha planteado el homenaje en tres partes. La jornada inaugural el pasado jueves rodó en torno al poeta con un concierto monográfico del compositor Voro García (Sueca, Valencia, 1970), que comenzó con la excelente obra para percusión El rayo que no cesa y culminó con Hijo de la luz y de la sombra, una síntesis de la poesía amorosa de Hernández para voz y gran orquesta que contó con la Joven Orquesta de la Generalitat Valenciana dirigida por Manuel Galduf y el barítono José Antonio López. Entre ellas hubo un guiño a José Ángel Valente con Sordas insignias de la sombra, en la que se lució como solista de viola Josep Puchades, uno de esos músicos valencianos de 30 años que triunfan por el mundo y que toca, entre otras, en la orquesta del Festival de Lucerna dirigida por Abbado.

El viernes, la mezzosoprano Elena Gragera y el pianista Antón Cardó ofrecieron un interesante recital sobre las influencias y sobre la poesía de Miguel Hernández. Poemas de Lope de Vega, Góngora, Aleixandre y Neruda puestos en música por Nin Culmell, Falla, Coria, Montsalvatge y Guastavino prepararon el camino para un recorrido por las creaciones musicales inspiradas en el poeta alicantino. El broche fue ayer con el estreno mundial de Evocación de Miguel Hernández, de Jesús Torres, con la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid.