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Análisis:MUNDIAL DE F1 | Gran Premio de Italia
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Monza es el patio de Ferrari

Ganar en el circuito de Monza es siempre algo muy especial para el equipo Ferrari. Cuando se acerca la carrera italiana, la cúpula de la Scuderia sabe que debe hacer lo que sea para ofrecer una satisfacción a sus aficionados. No reparan en gastos. Si hay que invertir se invierte. Los ingenieros se estrujan la cabeza, los mecánicos se esmeran, los pilotos dan lo mejor de sí mismos. Todo el mundo sabe lo importante que es ganar en casa. Y en este sentido, Fernando Alonso comprendió lo que todo eso significaba cuando pisó la fábrica de Maranello.

Si Alonso ayer hubiese roto el motor y Ferrari se hubiera quedado sin opciones de ganar, una buena parte del público se habría levantado y se habría ido a casa a mitad de carrera. Lo único que les importaba era asistir a un triunfo de su escudería. Lo demás era todo secundario para ellos. Porque Monza es el patio de Ferrari. Es algo esencial para el equipo y para los aficionados. Y siempre suele surgir algún elemento, alguna circunstancia, algo especial que ayuda al equipo a ganar. Esta vez fue encontrar la clave para que unas evoluciones que no les habían funcionado en Spa les sirvieran en Monza para poner en la pista un coche tremendamente competitivo.

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En 1988, cuando era jefe de mecánicos del equipo, Ferrari estaba luchando contra un equipo McLaren intocable, compuesto por Alain Prost y Ayrton Senna. Era impensable que pudiéramos ganar aquella carrera. Pero todos queríamos ofrecer una victoria a Enzo Ferrari, que hacía menos de un mes que acababa de fallecer. En la carrera ocurrieron muchas cosas, fue como si desde el cielo Enzo estuviera moviendo los hilos para que todo cuadrara. Ferrari hizo un doblete con victoria de Gerhard Berger y segundo puesto de Michelle Alboreto. Incluso ahora, cuando lo recuerdo, creo que fue él quien nos dio la fuerza para ganar.

Aquel año, como ayer, fue la locura. Era ya habitual que el equipo cerrara el garaje dos vueltas antes de finalizar la carrera. Entrábamos todos los elementos externos e intentábamos proteger el coche al máximo cuando llegaba, porque una auténtica vorágine de aficionados caía sobre el pit lane y arrasaba con todo lo que encontraba. Más de una vez nos robaron el volante del coche, los retrovisores, algún alerón, todo lo que podían. Y la única intención era llevarse un recuerdo de la carrera.

La victoria de Alonso servirá también para que el equipo recupere la confianza. Dará tranquilidad a Domenicali, ante las comparaciones con Todt que siempre debe afrontar. Frenará la presión mediática y hará olvidar, en parte, los múltiples errores de estrategia y de fiabilidad que se han producido hasta ahora. Ganar en Monza es una carta de credibilidad para todo el equipo, una liberación, una forma de seguir adelante con el proyecto del F10, porque ahora Alonso puede seguir luchando por el título. Sin embargo, el camino que les queda no será nada fácil. Singapur, Corea y Brasil son circuitos en los que Red Bull volverá a demostrar su potencial. Y McLaren funcionará muy bien en Japón y Abu Dabi. Ferrari debe seguir trabajando, consciente de que esta victoria eleva su propio listón y les coloca a la altura de sus rivales. Y hay que esperar que aprovechen el tirón de Monza y en las cinco carreras restantes no cometan errores... Ni el equipo, ni Alonso.

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