Alonso desata la pasión en Monza
El asturiano logra una victoria para Ferrari en casa que se resistía desde 2006 - El abandono de Hamilton y el sexto puesto de Webber le dejan a 21 puntos del liderato
Un rugido surgió de la tribuna cuando Fernando Alonso traspasó la línea de llegada del Autódromo de Monza. Cincuenta mil voces se unieron proclamando la victoria del asturiano, la 24ª de su carrera y la tercera este año, y de Ferrari como para certificar que no estaban viviendo una alucinación. Hacía exactamente cuatro años que aquello no ocurría. La última vez que habían visto a uno de los monoplazas rojos ganar en casa fue en 2006 cuando Michael Schumacher todavía reinaba en el equipo italiano. Pero ni siquiera el alemán, heptacampeón mundial, había conseguido aglutinar el sentimiento ferrarista tal como lo ha logrado Alonso. Fue un momento desbordante. "Una emoción solo comparable a la que sentí en Barcelona en 2006, cuando gané por primera vez en España", reflexionó el asturiano, que compartió el podio con el británico Jenson Button y con su compañero de equipo, el brasileño Felipe Massa.
El español mantuvo con Button una batalla campal, un duelo de titanes
Con el puño levantado y señalando a los aficionados que llenaban el circuito, Alonso dio la vuelta triunfal hasta llegar al parque cerrado, y recibió el calor de un público entregado. Después se bajó del coche y, sin grandes aspavientos, felicitó a Massa y ambos se abrazaron con Jenson Button de camino hacia el podio. Fue allí cuando Alonso descubrió realmente la dimensión de lo que había realizado. No solo por las palabras de agradecimiento y apoyo que recibió de Stefano Domenicali, sino porque cuando bajó la vista se topó con una masa inmensa de seguidores que habían invadido la recta principal del circuito y habían desarbolado una gran bandera de Ferrari. Era enorme.
Lo que estaba invadiendo Monza no era solo el sentir del pueblo italiano, sino un sentimiento global hacia una marca de leyenda que aglutina a miles de seguidores de todo el mundo y que ayer se dieron cita en uno de los circuitos más emblemáticos de la historia del automovilismo.
"Sentía el calor de toda aquella gente, miles de personas apoyando a Ferrari, con aquella gran bandera y cantando el himno. Fue un momento inolvidable, una de las victorias más impactantes de mi vida. Y le agradezco al equipo que me haya permitido ganar, porque todos hicieron un trabajo extraordinario". Alonso, también. Había dado una vuelta perfecta en la clasificación para situarse el primero en la parrilla. Y ayer realizó una carrera impecable hasta cruzar la línea de llegada como ganador. Ni siquiera lo que ocurrió en la salida fue algo que se le pueda achacar. "Tenemos ahí un problema que debemos resolver", indicó más tarde Domenicali. Salir mal se ha convertido en un hábito para Ferrari. Y Alonso no pudo evitar ayer tampoco que el McLaren de Jenson Button se le colara por la derecha.
Intentó cerrarle, se escoró hacia la derecha, pero el británico le había ganado ya prácticamente la posición. Lucharon juntos en la primera curva e incluso se tocaron con las ruedas. Después, cuando Alonso intentó recuperar su trazada, se tocó también con Felipe Massa, que ya estaba atacándole por la izquierda. Temió lo peor, porque era indispensable que el coche no hubiese sufrido desperfectos para poder afrontar una carrera tan dura. Tuvo suerte. No ocurrió nada y logró mantener la segunda posición.
Su batalla, a partir de entonces, era no permitir que Button se alejara. Contaba con la fuerza de su motor -el octavo que utiliza, el último que le quedaba nuevo- y con la mayor velocidad de su coche en algunos sectores. Pero en la parabólica, el británico se recuperaba. Mantuvieron una batalla campal, un duelo de titanes esperando el momento de la resolución.
Ambos sabían que se produciría en la entrada en el taller para cambiar neumáticos. Apuraron hasta la 36ª vuelta. Entonces McLaren llamó a Button. Tardó 22,9 segundos en realizar la operación -desde la entrada a la salida del pit-lane-. Mientras tanto, Alonso apuró en cada curva tratando de arañar algunas décimas. Lo logró. Y cuando entró en su taller, los mecánicos realizaron un trabajo perfecto, porque el asturiano tardó ocho décimas menos que el británico en regresar a la pista.
Le había arrebatado las nueve décimas de ventaja que le llevaba Button cuando entró en boxes. La salida de Alonso fue espectacular, porque en aquel momento, el británico le estaba alcanzando. Mantuvieron otra bonita batalla por el liderato en las próximas curvas. Pero Alonso se mantuvo firme. "Todavía me pregunto por qué he entrado primero", les dijo Button a su equipo, sabiendo que aquel error le había costado la victoria. Allí acabó la carrera.
Un gran premio perfecto para las aspiraciones de Alonso y de Ferrari. El accidente que sufrió Lewis Hamilton en las primeras curvas cuando se tocó con Massa al intentar adelantarle, le dejó fuera de la carrera y le impidió defender su liderato del Mundial. Y, por otra parte, el papel absolutamente secundario de los Red Bull y, más concretamente, el sexto puesto de Mark Webber, cayó también como agua de mayo. Alonso restó de golpe 20 puntos respecto al liderato, que ahora detenta el australiano, con cinco puntos de ventaja sobre Hamilton y 21 sobre Alonso.
El Mundial se ha relanzado. Alonso mantiene sus opciones. Pero en Ferrari temen que Red Bull arrase en las cinco últimas carreras. Sin embargo, el equipo ha recuperado la ilusión.
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