Rajoy, bloqueado por su resistencia

Probablemente sea la decisión más firme que ha tomado en los últimos meses, y la que está condicionando buena parte de su estrategia política. Mariano Rajoy optó, contra el consejo de la mayoría de su entorno, por defender a Francisco Camps hasta el final, incluso aunque se siente en el banquillo. Últimamente ha hecho varios gestos de alejamiento del valenciano -evita fotos con él, le esquiva en un acto en Santiago, no viaja a Valencia- pero la decisión inicial sigue firme: no piensa pedirle su dimisión, si él quiere irse, será bienvenido, pero no lo echará.

Esa decisión condiciona las demás. En Génova está totalmente asumido que el PP tiene un problema grave de imagen en la Comunidad Valenciana, y por ende en el resto de España. Aunque insisten en que no tiene consecuencias electorales, los dirigentes del PP están preocupados por la corrupción, y muchos creen que habría que "reconstruir" la estructura del PP valenciano. Pero la situación está bloqueada. "¿Cómo le vamos a pedir la dimisión a Ripoll si no se la hemos pedido a Camps?", analizan varios dirigentes.

La dirección también asume que la situación de Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón, con 5,6 millones de euros en ingresos sin justificar y a punto de ser juzgado, es insostenible. Pero de nuevo el ejemplo Camps impide actuar.

Los dirigentes nacionales creen además que en la Comunidad Valenciana nadie hará nada hasta que Madrid, esto es Rajoy, dé un paso. La presión será ahora mayor porque el PSOE, el gran rival, sí se ha apresurado a cortar cabezas en el caso Brugal. Rajoy sigue esperando a ver si, como sucedió con Luis Bárcenas, el tiempo y la presión le hacen el trabajo. El ex tesorero tardó un año en dimitir. Puede que Ripoll, Fabra y Camps no lo hagan nunca.