Vigilando el mal de Chagas
Más de 40.000 personas son portadoras en España de esta enfermedad latente - Falta formación específica para los profesionales sanitarios
La enfermedad de Chagas, ligada a la pobreza existente en algunas zonas rurales de América Latina, ha llegado a España. Se calcula que de los dos millones de latinoamericanos que viven en España, entre 40.000 y 60.000 podrían ser portadores de esta enfermedad, aunque solo el 40% la desarrollará, según los estudios internacionales. En dos hospitales al menos, el Clínico de Barcelona y el Virgen del Rocío de Sevilla, existen consultas específicas que tienen diagnosticados 600 y 80 enfermos, respectivamente. La preocupación pues, entre los epidemiólogos, no es tanto por el número de infectados que hay como por las posibilidades que existen de transmisión.
Esta es una enfermedad que puede permanecer latente y asintomática durante 15-30 años si se contrae en la infancia. En sus distintas etapas, causa fiebre e inflamación del hígado y los ganglios, hasta que llega a manifestaciones más graves, como trastornos neurológicos e inflamación del corazón, que puede causar la muerte. La Organización Mundial de la Salud calcula que en el mundo hay 10 millones de infectados, de los que mueren unos 10.000 al año. Aunque en España no existe el insecto que transmite el parásito, sí puede transmitirse a través de sangre u órganos de personas infectadas. También las mujeres embarazadas, si son portadoras, pueden trasmitir la enfermedad de Chagas a los hijos.
Sin embargo, los especialistas en enfermedades tropicales recuerdan que "culpabilizar al emigrante" es absurdo. "La inmigración en España no añade más problemas de salud, que quede claro", dice el epidemiólogo Elías Cañas, responsable de la consulta del hospital de Sevilla. En esta misma línea se manifiesta Joaquim Gascon, jefe de Medicina Tropical en el hospital Clínico de Barcelona. "Ha de evitarse la alarma", reitera. "Esta enfermedad no se transmite por contacto sexual, ni por la saliva, ni por beber de un mismo vaso... Tampoco por ningún tipo de contacto social", explica.
Solo en los tres supuestos citados o por la picadura de la chinche vinchuca se contrae la enfermedad de Chagas. Pero esto no impide que se considere un mal emergente en España. De ahí la necesidad de seguir la enfermedad de cerca e "impulsar la formación específica de los profesionales", propone Cañas. Sobre todo de aquellos que están más en contacto con esa población inmigrante procedente de aquellas zonas de América Latina -en general, del entorno de los Andes- en las que el mal es endémico.
Cañas pasa consulta un día a la semana y trata de aclarar cualquier duda que los pacientes planteen sobre este mal. "Un mal que está estigmatizado y que la gente prefiere ignorar mientras no tenga síntomas; sabe que en sus países de origen significa, en muchos, casos la muerte". Y a esto, a ignorarlo, les ayuda que, aunque sean portadores, 6 de cada 10 no presentan síntomas. Claro que cuando la enfermedad se declara en ese 40% restante, en un 30% se presenta en forma de complicaciones cardiacas como arritmias -muerte súbita, incluso-, y en otro 10% al menos, con problemas de tipo digestivo. Por esto la detección precoz de esta enfermedad es muy importante, antes de que se produzcan daños irreversibles.
En España ya hay diagnosticados casos del mal de Chagas en los tres supuestos de contagio antes citados. Y es muy posible que en el pasado alguien donase sangre, o algún órgano, siendo portador de la enfermedad de Chagas. Pero hoy esto ya no es posible. Desde 2005 existe un real decreto que regula el cribado de los bancos de sangre para detectarla. No funciona, en cambio, el cribado para los embarazos. "Solo en Cataluña y Valencia, que yo sepa, hay un protocolo establecido", comenta Gascon. "Y es una pena", añade "porque, cuando la enfermedad se detecta en menores de un año, con el tratamiento se consigue prácticamente el 100% de curación". No así en adultos, en los que la curación solo alcanza entre el 8% y el 25% de los enfermos.
En cuanto al tratamiento, el más común (no en casos graves ni de especiales complicaciones) dura dos meses a razón de 2-3 tomas diarias. Durante ese tiempo el médico especialista prescribe benznidazol; un fármaco de bastante toxicidad, que ya existía hace 50 años, y que, en España, se importa de Brasil.
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