Mosquitos de fiebre amarilla en Europa

El principio general que se aplica a los inmigrantes es que son jóvenes y con buena salud. Esto es lo mayoritario, como destacan los médicos que se dedican a atenderles (por ejemplo, Rogelio López-Vélez, del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid), y lo lógico: cuando una familia se embarca en el desgaste económico y emocional de que uno de sus miembros vaya a otro país para trabajar, buscan a alguien que esté en buenas condiciones.

Pero eso no quiere decir que no sean portadores de enfermedades, aunque sea de forma asintomática. Por eso no sorprende que en un balance de 10 años atendiendo a inmigrantes que ha hecho López-Vélez en el Ramón y Cajal, con más de 2.000 visitas, la más frecuente sea la tuberculosis (716 casos), una infección que se mantiene latente durante años y que está asociada más a la pobreza y ciertas condiciones de vida que al hecho de que el grupo estudiado venga de países tropicales. Este dato está en un artículo publicado por médicos del servicio de Medicina Tropical del hospital madrileño publicado en Emerging Infectious Diseases, del CDC de Atlanta. Le siguen las hepatitis (293 casos).

Refiriéndose solo a patologías tropicales, la más frecuente es la filariasis (421 casos). Esta infección se transmite por mosquitos, que con su picadura inoculan los huevos de unos gusanos que se desplazan hasta anidar en el sistema linfático. Como en otras enfermedades transmisibles, como la malaria (212 casos) o el Chagas ( 101) la ventaja que hay hasta ahora es que los insectos son específicos de zonas tropicales, y no se encuentran en España, por lo que la persona afectada no es un foco de transmisión.

Pero la situación puede cambiar, y por eso hay que hacer un seguimiento de estas situaciones. Este verano se detectó, por primera vez en 50 años, la existencia de mosquitos de la fiebre amarilla en Europa. Fue en Holanda, y no se cree que vayan a sobrevivir al invierno. Pero son un aviso de lo que puede pasar.