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La Junta se esmera en cuidar a los sindicatos para evitar choques

El Gobierno andaluz toma la huelga como un "paréntesis" en el diálogo social

El Gobierno andaluz se quiere tomar los preliminares de la huelga general del día 29 como un "paréntesis" en sus buenas relaciones con los sindicatos. En unas jornadas especialmente agitadas -los líderes de los trabajadores están en plena campaña de fogueo para convertir el paro en un éxito-, cualquier discrepancia menor con la Junta puede convertirse en un incendio. Por eso, en la pasada reunión del Consejo de Gobierno (el primero del curso político), salió a colación la necesidad de cuidar el contacto cotidiano lo más que se pueda, sabiendo que este mes va a ser "blanco" en cuanto a eventuales acuerdos, señalaron fuentes del Ejecutivo.

El especial miramiento se ha visto en los últimos días en las declaraciones de altos cargos de la Administración autonómica y el PSOE. El mismo presidente, José Antonio Griñán, en su comparecencia para inaugurar la temporada, se colocó en un término intermedio del conflicto al ser preguntado por el diálogo social. "Trato de entender a los dos

"No es el momento de convocar mesas de negociación", se dice en San Telmo
La reforma de las empresas públicas se aparca hasta después del paro

[a José Luis Rodríguez Zapatero y a los promotores de la huelga] porque los dos tienen su parte de razón". Griñán se pasó la mayor parte de la rueda de prensa enviando mensajes de amistad, pese a que al final se vio obligado a abandonar la equidistancia y calificar la cita del 29 como un acontecimiento negativo, además de confesar que se siente tan concernido por las movilizaciones y críticas como el propio Zapatero. "Me doy por aludido completamente", dijo.

La cautela y el tacto han sido también las conductas imperantes entre los dirigentes socialistas. Lo máximo que se ha dicho en contra de la huelga es que no se comparte, y eso después de anteponer una lista de razonamientos sobre el espinoso momento económico internacional y expresar reiteradamente comprensión por el malestar generado. Según un miembro del PSOE, las relaciones a nivel sectorial son fluidas, los secretarios de áreas del partido conversan habitualmente con sus homólogos sindicales y el objetivo es alternar la buena sintonía con la discrepancia de fondo respecto a la reforma laboral, sin que llegue a ser un obstáculo insalvable.

En San Telmo, se es consciente de que la inercia de las movilizaciones no va a pasar de largo de la Junta. "Nos pilla como marca, y va tener sus consecuencias porque el nivel de crítica sindical ha subido mucho", explicó un miembro del Gobierno. En buena lógica, lo más prudente es aparcar aquello que en condiciones normales saldría adelante con facilidad y en estas circunstancias está prácticamente condenado al fracaso. "No es el momento de convocar precisamente mesas de negociación, es mejor esperar", añadió la citada fuente.

Un ejemplo de la prudencia extrema con la que se maneja todo lo referente a los sindicatos es la reforma de las empresas públicas de la Junta, cuya reorganización va a poner patas arriba las estructuras de estas sociedades. La idea era abrir un diálogo en septiembre con los representantes de los trabajadores para pactar el nuevo diseño, que debe estar listo en enero. Se ha retrasado un mes: las reuniones empezarán a partir de octubre en busca de un mejor clima y sortear las interferencias del ajetreo de la huelga.

Tanto para la Junta como para el PSOE el sobresalto social es algo desconocido. Es preciso remontarse a la década de los noventa para encontrar una situación comparable. Pero si en las dos huelgas de Felipe González, a finales de 1988 y 1993, hubo una movilización general del partido para contrarrestar las convocatorias, esta vez el perfil es de tono bajo. Nada de beligerancia. "Si el paro es un éxito, el bofetón será para el Gobierno, pero si es poco secundado, no queremos que el bofetón se lo lleven los sindicatos, intentamos buscar un equilibrio", dijo un dirigente socialista, quien insistió en la importancia de la interlocución con los sindicatos.

"El ánimo del Gobierno andaluz es encarar la huelga y sus prolegómenos como un paréntesis respetuoso, pero en ningún caso una ruptura", zanjaron fuentes de San Telmo.

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