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Columna
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El verano se va, el otoño vendrá

En un par de meses la edición para Galicia de este periódico cumplirá cuatro años. En este tiempo la sociedad ha continuado evolucionando y se reflejó en la política en dos experimentos sucesivos: tras legislaturas de la vieja derecha tuvimos una Xunta formada por socialistas y nacionalistas gallegos que dio paso a esta nueva generación de una vieja/nueva derecha. Estas páginas eran necesarias, en los primeros tiempos tanto las noticias como las opiniones publicadas, el periodismo de estas páginas, sorprendió, molestó, interesó. A este país le sobraban noticias sepultadas y le faltaban voces que opinasen con más libertad. Ya nos hemos acostumbrado, la cotidianeidad vuelve invisible y ordinario lo extraordinario, y sólo recordaríamos el valor de estas páginas si desapareciesen.

¿Qué harán con los libros de texto en gallego? ¿Los guillotinarán, los triturarán, los quemarán?

Internet está cambiando nuestra vida y ya hay generaciones entre nosotros que son ajenas a los medios de comunicación convencionales y para las que leer una columna como ésta es algo extraño, y sin embargo, aunque no se les permite acceder al trabajo estable, ya están creando y dejarán su impronta. Pero la prensa y los medios de comunicación convencionales siguen siendo importantísimos, precisamente siguen siendo un punto negro de la democracia en Galicia: la atadura entre prensa y poder político continuó y se consolidó con la Xunta bipartita y ahora se llegó a un extremo de caricatura. Al tiempo vemos como en menos de un mes desaparecen una web como Vieiros y una revista como A Nosa Terra. Da que pensar.

El verano es el verdadero final y comienzo de año, donde mejor se visualiza esto es el nuevo curso escolar. La vida escolar juega un papel fundamental en la vida colectiva, afecta directamente a los niños, jóvenes y a sus educadores y afecta al resto de los adultos a través de la vida familiar y social. Y es significativo que todo lo que flota sobre este curso escolar sean nubes y problemas, problemas absolutamente innecesarios y generados gratuitamente por esta Xunta. Nuestra sociedad no tenía necesidad alguna de enredar con la enseñanza de nuestra lengua como lo han hecho, creando problemas administrativos en cada centro con los que tendrá que cargar el profesorado. Quien maltrata la enseñanza perjudica seriamente a la sociedad. La estampa que resume la perversa intención de todo ese enredo se resume en que la eliminación de la gratuidad de los libros de texto, justificada por el ahorro, se complementa con los millones de euros que nos va a costar cambiar el idioma de los libros de texto. Que los escolares gallegos no puedan aprender Matemáticas o Física a través de nuestra lengua nos va a resultar caro. Sólo la ideología del españolismo más burdo justifica ese gasto, pues multiplicaciones y divisiones dan el mismo resultado en todos los países y en todas las lenguas. Las cifras, creadas por los árabes, son exactas. Pero no deja de ser un símbolo el destruir esos libros en gallego que le sobran a esta consellería. ¿Qué harán con ellos? ¿Los guillotinarán, los triturarán? ¿Encenderán una pira donde ardan nuestras Matemáticas, nuestra Filosofía, nuestra Física e Química? ¿No hay manera de rescatar esos libros antes de que los destruyan? ¿Podremos adoptarlos, que cada escolar salve un ejemplar de cada libro destinado a perecer llevándoselo a casa? Ray Bradbury, en Fahrenheit 451, predijo a esta Xunta

Ese acto de violencia ideológica resume el fracaso de la política gallega, hasta aquí hemos llegado. A lo largo de estos cuatro años hemos opinado domingo tras domingo sobre la vida social desde una perspectiva muy marcada, desde la creencia de que la solución a los problemas económicos y sociales, y también los obstáculos para su solución, estaba en la política. Sin duda uno pertenece a una de esas generaciones que creyó en la importancia determinante de la política. Pero esta crisis es crisis de todo, estamos obligados a revisar todas nuestras ideas. Cabe preguntarse si el futuro de Galicia no estará en otro lugar distinto de esos tres partidos convencionales que instrumentalizan toda la vida política y social. Cabe preguntarse si los sectores sociales que viven fuera, lejos e incluso de espaldas a los partidos no debieran generar algún tipo de respuesta que sea una novedad y que traiga esperanza. Y como empieza un nuevo curso y como no hay que aburrir y como hay que detenerse a tomar aire, verán a partir de este mes la opinión de los domingos más variada, serán más voces a escribir. Dicen que en la variedad está el gusto.

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