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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Comparaciones

Juan Goytisolo, en su réplica a una carta mía al director del 26 de agosto, sostiene, un tanto aéreamente, que mi comparación entre los prisioneros de los nazis y los prisioneros de los piratas argelinos "es a todas luces inexacta". Tiene toda la razón, aunque sea un tanto irrelevante: una comparación es siempre inexacta pues no establece igualdad o identidad sino un mero parecido. Pero el parecido existe a todas luces, sobre todo a las luces que llaman de la Ilustración. Y es el propio Goytisolo quien, sin querer, entrega el mejor argumento al afirmar (o incluso reconocer) que en los cautivos cristianos de Argel "lo que contaba era tan solo su condición de moneda de cambio". Es decir, que para sus captores no tenían carácter de personas (por su doble condición de infieles y de cautivos) del mismo modo que tampoco para los nazis ningún enemigo (judíos, rusos, polacos, gitanos, comunistas, etcétera) era tampoco persona.

El caso es que, entre los siglos XVI y XVIII, hubo en el norte de África un total de casi dos millones de cautivos europeos de todas las naciones y credos; y que Argel no fue para Cervantes una estupenda y oportuna ocasión de vivir en un lugar que estaba en las antípodas de la España inquisitorial y tridentina de Felipe II y de disfrutar de una auténtica encrucijada de culturas, sino otra cosa muy distinta. Pero Goytisolo sigue empeñado (al parecer) en vestir al islam del siglo XVII de seda, aun a costa de la amistad de Platón y la del mismísimo Cervantes, pese a lo identificado que con él se siente.

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