Los políticos y su evaluación
A propósito del artículo de J. M. Ruiz Soroa del pasado día 26 titulado Debates imposibles, quiero mostrar mi total coincidencia de criterios en su diagnóstico de carencia de información mínima a propósito de la gestión de nuestros gobernantes en todos sus niveles de responsabilidad. Hablamos mucho y se profundiza poco o nada en la valoración económica: eficiencia, calidad, costes y resultados, en resumen, evaluación. Últimamente se sobreutilizan palabras como excelencia, gobernanza, acreditación, en su jerga de opacidad habitual para con el ciudadano, evitando las anteriores, más netas y arraigadas. No es que falte información, es que no se utiliza o no se proporciona, o se oculta por un lado, o aún peor, no se tiene curiosidad o deber cívico de conocer y exigir por el otro. Tampoco ayuda el que los sistemas de información disten de ser homogéneos en el Estado autonómico.
Creo que este mal sucede en todos los sectores. Baste con un ejemplo. En el ámbito sanitario se han hecho y se experimentan nuevos modelos de gestión, en algunos casos de gran calado y costosísimos, como el tumultuoso desarrollo hospitalario madrileño, sin planificación lógica alguna y sin aportar resultados cualitativos. Lamentablemente, esto no tiene nada de extraño en un país seudodemocrático, sin cultura rigurosa de transparencia informativa y evaluación, salvo quizá en el sector educativo, y aun así, ¡cómo nos va!
Es de esperar que la próxima legislación sobre obligaciones de la Administración y los derechos del ciudadano respecto a su información mejore la situación para las generaciones venideras.
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