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Reportaje:

La factoría de olas ferrolana

Más de 200 surfistas se disputan el campeonato mundial en Pantín Classic

Bienvenidos a la factoría gallega de las olas. Desde el martes, la playa de Pantín es un hervidero de cabezas rubias y caras bronceadas aferradas a un tablón de colores. Forman parte de una tribu acuática adicta al salitre y a la adrenalina. Son capaces de cruzar el mundo detrás de una ola y de hablar durante horas de rompientes y paredes de agua. Aparcan sus furgonetas en la playa y promocionan los arenales gallegos en sus foros mejor que una campaña turística. Escrutan el océano para adivinar las corrientes y, a veces, ejercen como socorristas improvisados para rescatar a los bañistas incautos.

Más de 200 surfistas de todo el mundo, 160 chicos y 70 chicas, compiten estos días en el XXIII Movistar Pantín Classic (del 24 al 29 de agosto). Es una de las pruebas puntuables para el campeonato del mundo y se disputa en el municipio coruñés de Valdoviño, 23 kilómetros al norte de Ferrol. La versión femenina del torneo (Cabreiroá Surfing Girls) es la prueba más importante del circuito europeo. Los hawaianos son casi mayoría en una competición en la que abundan australianos, brasileños y surafricanos, y sólo cuatro gallegos en liza entre la élite mundial.

La competición masculina reparte 106.000 euros en premios
Participa Bethany Hamilton, a quien le arrancó el brazo izquierdo un tiburón

Esta semana, todos los ojos buscaban en el agua a la norteamericana Bethany Hamilton. Con 13 años, en 2003, un tiburón tigre le arrancó el brazo izquierdo mientras surfeaba en Kauai (Hawai) cerca de su casa. Sobrevivió al ataque y tres meses después volvió a encaramarse a la tabla. Para sus compañeros, es una campeona en superación. Su historia inspiró un cortometraje (Heart of a soul surfer) y Hollywood ya rueda una película sobre ella, pero en Pantín no cuajó su mejor actuación.

La playa de Valdoviño se estrenó en los circuitos internacionales en 1987 de la mano del Oceano Surf Club, que fundó Vicente Irisarri, alcalde de Ferrol. Irisarri y otros pioneros del surf en Galicia aspiraban a colocar el litoral ferrolano entre las capitales mundiales de este deporte. Empezó siendo una prueba discreta que fue sumando estrellas, como el tricampeón Tom Curren, que se enamoró de Pantín. Este año compite junto a su hija, Lee Ann, que heredó la pasión de su padre por un deporte en el que abundan las sagas familiares. Otros, como Clyde Martin o Paul Canning, se emparejaron con ferrolanas y echaron raíces.

Este año, por primera vez, el Pantín Classic presume de tener seis estrellas (la máxima categoría) y se reparten premios muy jugosos: 106.000 euros en dólares americanos para los mejores y 35.400 para las féminas. Cuentan con el respaldo de la Xunta, los ayuntamiento de Ferrol y Valdoviño y patrocinadores "potentes" como Billabong, Estrella Galicia, Arnette o Mini.

Irisarri, cuando la agenda municipal se lo permite, se coloca entre bambalinas para retransmitir las mangas acuáticas por megafonía. Se puntúa la habilidad, el tiempo y recorrido además de giros y piruetas.

Esta competición ha servido como gancho turístico y para "socializar" un deporte que hace décadas parecía reservado a unos pocos, asegura Miguel Galeiras. Junto a Marcos Rodríguez, gestiona la Pantín Classic Escuela de Surf. Cuentan con unos 300 alumnos de todas las edades que se atreven a meterse en el agua todo el año. Llueva o no. La materia prima -el oleaje- es gratuita, pero la tabla y el traje oscilan entre 150 y 1.900 euros o se alquilan por 30 euros diarios.

Los veteranos dicen que el surf tiene algo de místico y mucho de adictivo. Requiere equilibrio y destreza, explica Galeiras. La edad no es un problema para un matrimonio italiano empeñado en aprender a surfear este verano. Tienen 76 y 74 años.

A otros, como Pablo G. Prieto, le picó el gusanillo del surf mucho antes. Se apuntó a clase con 30 años, alquiló un neopreno y se subió a un tablón de aprendizaje del que cae constantemente, pero vuelve a intentarlo una y otra vez. Se confiesa "enganchado".

El sol y la lluvia se fueron alternando esta semana durante el campeonato, mientras la "factoría" de Pantín bombeó olas de metro y medio sin parar. Si el mar de Pantín falla, las competición se mudará a Doniños.

Las promesas galaicas, Erika Franco y Yoli Rodriguez, de 17 y 13 años, cayeron en las primeras rondas junto a Pablo Montero, mientras que el vigués Gony Zubizarreta todavía aspira al podio.El domingo, Pantín coronará al rey de las olas en la jornada final. Un día antes, las chicas se disputarán el campeonato mundial en la última prueba del año. Después, la competición se despedirá hasta el próximo verano. La fábrica de olas sigue abierta.

El surfista neozelandés Jay Quinn durante el Campeonato del Mundo de surf Pantín Classic.
El surfista neozelandés Jay Quinn durante el Campeonato del Mundo de surf Pantín Classic.GABRIEL TIZÓN

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