"Estoy orgullosa de la 'ley Sinde"
Nunca hubiera podido imaginar cuando rodaba detrás de una cámara que su nombre se asociaría para siempre a una ley en lugar de a una película. Con nocturnidad y casi con alevosía, el Gobierno introducía una disposición en la Ley de Economía Sostenible (LES) que permitía cerrar páginas web que alojaran o facilitaran sin permiso la descarga de archivos sujetos a derechos de autor como películas o canciones. Casi desde el día en que EL PAÍS (01-12-2009) desvela la normativa, esta comenzó a conocerse como ley Sinde.
"No lo llevo mal, me parece que este tema es un frente importante para el ministerio, porque supone una profunda transformación para la cultura, y el hecho de que asocie directamente con una persona tiene algo de lo que me siento orgullosa. El ministro Javier Moscoso, por ejemplo, pasó a la historia por algo muy positivo, los días libres que hoy celebran todos los funcionarios".
"Tenemos legislación para una cultura analógica, pero no para una digital"
En pocos días, blogueros y profesionales de Internet provocaron una revuelta digital (manifiesto incluido) contra la ley y la ministra. Incluso algunos miembros del Gobierno y del PSOE dejaron entrever su disconformidad. Pero Ángeles González-Sinde dice que nunca se sintió sola. "Sentí el apoyo de Zapatero. Me llamó y me manifestó su comprensión. Pero la política es así. Legislar es complejo y, más aún, en un tema que es completamente nuevo. Tenemos leyes para una cultura analógica, pero no para una cultura digital".
A la intervención de Zapatero, siguió una modificación parcial de ley, introduciendo la salvaguarda judicial. Solo se perseguirán páginas web, en ningún caso se cortará la conexión a los usuarios, como en las legislaciones antidescargas de países como Reino Unido o Francia. Pasado el revuelo, la ministra cree que han acertado.
"Este es un modelo equilibrado y respetuoso con los derechos de todos. Hay una presunción de inocencia a la hora de catalogar los hábitos de los usuarios. Y al mismo tiempo, el modelo de distribución está cambiando rápidamente, la facilidad de copia se ha multiplicado y la Administración debe ofrecer unas garantías jurídicas para que quien sienta sus derechos vulnerados pueda reclamar". Tampoco le extraña la desafección de algunos representantes del mundo cultural que, tras apoyar con entusiasmo a Zapatero -aún se recuerda la campaña de los artistas de la ceja-, pedía una intervención más enérgica para frenar la piratería. "Me parece algo natural. Los intelectuales son la voz crítica, y están ahí para recordarte el camino a seguir cuando te desvías".
La ministra, que nos cita en la histórica librería madrileña de Fuentetaja, quiere hablar de ideología, porque está convencida de que en esto de la cultura sí importa el bando. "Hay una diferencia abismal, porque uno de los valores de izquierda, históricamente, siempre ha sido la cultura, ofrecer conocimiento para pensar por sí mismo y no ser manipulable. Solo un dato: el PP, durante sus años de Gobierno, dedicó 127.000 euros a la compra de libros para bibliotecas públicas; el Gobierno socialista, 18 millones". Con todo, confía en que el PP "colabore" a la hora de sacar adelante la LES en el trámite de enmiendas.
González-Sinde pone cara de incomprensión cuando se le recuerda que César Antonio Molina, su antecesor en el cargo, se quejó de que Zapatero le hubiera sustituido buscando solo un recambio con glamour. "Jamás se me hubiera ocurrido asociarme con el concepto de glamour, porque en mi oficio eso queda reservado a las estrellas del cine".
Hablando de cine, le duele la "ignorancia supina" de quienes piensan que el cine español vive más de las subvenciones que de la taquilla. "También recibe ayudas del Estado la agricultura o el automóvil y no veo que nadie lo considere una calamidad. Hay unos intereses ajenos al mundo cinematográfico que tratan de socavar los valores de la izquierda ligados a la cultura y el pensamiento crítico".
En medio de la reconversión digital, a la ministra le preocupa que desaparezca lo que denominaba "diversidad cultural": "El modelo de una cultura en abierto y gratis, como el que defienden las televisiones, orientado al mayor número de espectadores posible está bien, pero no creo que sea el que debe defender un Gobierno. Hay otras culturas minoritarias, pero igualmente necesarias".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.