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Crónica:ESCENARIOS DE UNA CIUDAD FESTIVA | Vista Alegre | Días de diversión
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una temporada en nueve días

Las corridas de toros se aferran a múltiples tradiciones: las mismas reglas para ordenar la lidia, los mismos trajes, la misma música. Y el mismo calendario, que en Bilbao se concreta en una feria que se fusiona en el programa festivo de Aste Nagusia. De hecho, las Corridas Generales de agosto se adelantaron en décadas al estallido de las fiestas populares en 1978, y siguen en las mismas fechas en una plaza inaugurada en 1962, en el mismo lugar que había ocupado durante más de ocho décadas el viejo edificio destruido por las llamas un año antes. La plaza de toros de Vista Alegre, vive, más que su Semana Grande, su única semana del año, una temporada alta de apenas nueve días en los que tiene asegurada la actividad durante toda la jornada.

Desde el domingo pasarán meses hasta que la plaza vuelva a serlo de toros

El pasado sábado, llegaron las fiestas y desapareció el uso del entorno de la plaza como aparcamiento de pago. Se colocaron las banderas y se abrieron las taquillas. Alrededor de la plaza triunfa el ambiente taurino, presidido por el cartel de las corridas en formato gigante, que cuelga de la fachada, con la Peña Taurina Campera a 20 metros, y bares que a cualquier hora del día venden entradas para los nueve días del ciclo. En las taquillas son más estrictos: a partir de la una de la tarde solo venden localidades para el festejo del mismo día.

A las nueve de la mañana comienza el movimiento alrededor de la plaza. Los barredenderos casi han acabado de limpiar el entorno cuando los vendedores ambulantes empiezan a instalar sus puestos. Si el sol pega fuerte, los sombreros de paja serán superventas; si sale nublado, nada superará a los puros y los caramelos. ¿Que hacen entre las chucherías las banderas del Athletic y las camisetas con la imagen de Ronaldo? "Las sacamos para que les dé el aire", contesta con sorna el vendedor, mientras algún turista que no renuncia a volver a su casa sin visitar el museo taurino curiosea la mercancía.

Los llenos en Vista Alegre parecen recuerdo de otro tiempo. Esta temporada es posible encontrar entradas en taquilla para todos los días, entre los 141 euros de la barrera de sombra a los 15 que cuesta una localidad de galería, casi en el tejadillo. Para lo que hay que madrugar es para conseguir una de las entradas al apartado, el reparto de las reses que lidiará cada diestro. Ante los subalternos y el apoderado de cada matador de esa tarde se realiza el sorteo, por el simple método de elegir los papelitos metidos en un sombrero.

El pasado domingo, el plácido ambiente se rompió con una concentración de antitaurinos, ya convertida en otra tradición de la Aste Nagusia. Para quienes avanzaban hacia la plaza las corridas son arte y cultura; para el centenar de personas que se colocaron tras la pancarta opuesta a la fiesta, ni una cosa ni otra. "La tortura no es arte ni cultura", fue otra vez uno de sus lemas más repertidos. La decisión del Parlamento catalán de prohibir la lidia en esa comunidad ha animado este año a quienes no ven en las corridas más que maltrato a los animales. "Gora Cataluña, gora Euskal Herria", coreaban el centenar de participantes en la concentración frente a Vista Alegre, algo más numerosa que otros años y con mayor presencia policial.

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Poco antes de que comience la corrida llegan las furgonetas con los toreros y sus cuadrillas. Los curiosos que aguardan junto a la puerta aplauden y sacan fotos. Fuera del coso regresa la tranquilidad mientras sobre el albero empieza el ritual. El próximo domingo se cerrará el programa de 2010. Pasarán muchos meses hasta que la plaza vuelva a ser plaza de toros, en alguna corrida extraordinaria de la primavera de 2011. El entorno del recinto volverá a ser utilizado como aparcamiento, hasta que algún concierto con muchos decibelios saque a Vista Alegre de su letargo.

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