La 'Toscana valenciana' seduce al influyente catador Robert Parker
El eje Fontanars-Moixent-Font de la Figuera inspira sus vinos en la tradición
Las estrellas Michelin del vino se llaman lista Robert Parker. En la escala de 2010 de este prestigioso experto, el vino Graciano de la bodega Heretat de Taverners, en Fontanars, consiguió una puntuación de 90 sobre 100. 89 puntos consiguieron Mallaura de esa misma bodega y Les Alcusses, del Celler del Roure en Moixent.
El vino está cambiando en el eje que componen Fontanars, Moixent y Font de la Figuera, una zona conocida como la Toscana valenciana. Pequeñas bodegas que se han basado en la tradición para crear vinos de calidad y en el que el cultivo sigue la máxima de "elaborar con nuestras uvas los vinos que somos capaces de vender". Pablo Calatayud, enólogo del Celler del Roure afirma que un grupo de bodegas pretenden cambiar la tendencia del siglo XX, una época "horrible" para las dos comarcas -La Vall d'Albaida y La Costera- en las que se sitúan estos tres municipios. En 1870 la plaga de la filoxera arrasó los viñedos europeos y ante la falta de vino para mezclas los únicos campos que se salvaron, Murcia, La Mancha y Valencia, se multiplicaron por cinco a costa de simplificar las variedades a favor de aquellas más productivas. Las pequeñas bodegas del siglo XIX desaparecieron y tres macrobodegas pasaron a controlar las 3.000 hectáreas de viñas de la zona. Las tierras se convirtieron en productoras de vinos de pasto, una tendencia que España arrastra todavía ya que las exportaciones del primer trimestre de 2010 señalan que las ventas de vino sin denominación de origen a granel subieron un 10,7% respecto a 2009, mientras que los caldos con denominación bajaron un 15,8%, según el Observatorio Español del Mercado del Vino.
Aunque en los últimos años la Administración ha puesto en marcha diversos planes de reestructuración del sector, esta nueva generación de viticultores critica que las ayudas se hayan dirigido a la concentración de bodegas, al arranque de viñas viejas y a fomentar el cultivo de las uvas más productivas. Uno de los objetivos de estas renovadas bodegas es recuperar las variedades autóctonas, más de 70, que en el último siglo se redujeron a menos de 20. La Mandó -que estaba casi extinguida, la Forcalla o la Bonicaire son algunas de las que vuelven a estar en los vinos de la Comunidad. Recuperar la tradición pero también buscar alternativas en auge como el enoturismo. Entre los peligros que surgen al abrigo de este nuevo eje, los oportunistas que venden bajo la denominación Valencia vino que procede de otras regiones. De ahí la apuesta por crear una marca Terres dels Alforins para diferenciar su vino de las botellas "piratas".
Turismo: una oportunidad arriesgada
Viajar a través del vino, atraído por el vino, con el vino como excusa. Visitar las bodegas, los viñedos, participar en catas, saber quién está detrás de las notas florales, del equilibrio en nariz y boca, del recorrido. En 2009 casi 1,5 millones de personas visitaron alguna de las bodegas de la ruta del vino en España, según el Observatorio Turístico de las Rutas del Vino.
Miguel Velázquez de Los Frailes y Pablo Calatayud del Celler del Roure impulsaron un proyecto de enoturismo en los Alforins basado en un entramado espontáneo que aúnara vino, gastronomía y patrimonio.
La Consejería de Agricultura se comprometió a desarrollar un Plan de Valorización del Patrimonio Enoturístico y Rural y a invertir más de tres millones de euros en el proyecto a través de acciones para acondicionar las rutas entre los tres municipios y las infraestructuras turísticas. Los viticultores temen que se utilice su "nombre" para pedir un dinero que al final repercutirá sólo en los Ayuntamientos -los tres del PP-. Las 11 actuaciones para este año recogen diversas obras de mejora en los equipamientos pero ninguna ayuda directa para las bodegas. Velázquez reconoce que si la iniciativa no se hace bien "puede traer más inconvenientes que ventajas", por eso insisten en rechazar las imposiciones desde arriba y en plantear el enoturismo como un modo de dar a conocer su producto pero no como una vía que sustituya a su verdadero negocio que a fin de cuentas es el vino.
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