"Los abogados tenemos que ser reivindicativos"
Es el colegiado 3.950 de los casi 15.000 que pertenecen al Ilustre Colegio de Abogados de Valencia (ICAV). Se incorporó en 1985. Está en la memoria, al menos, de una generación anterior. Rafael Iniesta era "el chico de las togas". De la mano de su padre entró en una institución que ahora propone dirigir y representar desde la responsabilidad de decano. A él le prometió intentarlo. Y el mayor compromiso lo ha sellado con su mujer y sus dos hijas. Iniesta, que ha formado parte de los últimos equipos al frente del Colegio como diputado y es conocido por su experiencia en materia de menores, se presenta como una alternativa, dice, firme, combativa, flexible, próxima, alejada del modelo de los despachos dominantes de apellido heredado. Se define como progresista, aunque prefiere caminar sin etiquetas, y se muestra crítico con los jueces, con el Consell y con la apatía y distancia de los propios abogados. Se la juega el próximo otoño.
"La Consejería ha sido poco receptiva con los problemas de los jóvenes"
Pregunta. ¿Por qué ahora?
Respuesta. Porque creo que el Colegio necesita tomar otro rumbo del que está teniendo.
P. ¿Cuál?
R. Uno alejado de las soluciones de los problemas.
P. ¿Cuál su proyecto?
R. El empeño de un grupo de compañeros con la máxima de que nos vamos a dejar la piel. Miramos, sobre todo, al compañero joven, que está denostado, desanimado. El Colegio no es para él, desde hace mucho, más que una figura de recaudación, no tiene apego. Eso es muy triste, especialmente para alguien como yo, que he vivido el Colegio desde hace 35 años, como empleado, hijo de empleado, abogado y miembro de la junta. Es triste escuchar lo que dicen los jóvenes y reconocer en ello una realidad. El Colegio no les toca la fibra. Si a eso se unen los problemas al inicio en la profesión, con tantos intereses creados, tantos sitios heredados, y el actual periodo de crisis... Muchos malviven gracias al turno y éste es un problema muy grave, ante el que la consejería ha tenido una actitud poco receptiva. Necesitamos otra perspectiva.
P. ¿Cómo cree que pueden usted y su equipo desde el decanato ayudar a los jóvenes?
R. El Colegio es una corporación donde el interés fundamental debe ser doble: el colegiado, que tiene que sentirse protegido y amparado; y la sociedad, que tiene que tener al Colegio como la referencia de un sitio en el que se va a proteger y ayudar al ciudadano. ¿Cómo? Desde la correcta formación de los letrados, un control deontológico exhaustivo. Debemos ser nosotros los primeros en exigir calidad y transparencia.
P. ¿Cuál fue el error?
R. El Colegio es una suma de individualidades. Desde hace 35 años oigo que no representa al letrado que empieza. Estatutariamente, si quieres ejercer, tienes que estar colegiado, ya no hay libertad para decidir sobre ello en función de los servicios que te van a dar. Queremos que cambie la percepción. El objetivo es prestar tales servicios que sea un privilegio estar colegiado. No tiene que ser el lugar en el que te sacan 600 euros al año. Tiene que ser una inversión que valga 6.000 euros.
P. ¿Cómo?
R. Mejorando los servicios que existen y potenciando otros nuevos, sobre los que no quiero entrar en detalles porque aún no están del todo definidos. Sí le digo que vamos a profundizar en las nuevas tecnologías. Somos un colectivo arraigado en el papel, en fórmulas del siglo XIX, porque las leyes nos vienen de entonces. Los expedientes tienen que ir digitalizados, para ganar en tiempo y agilidad. Nadie sabe las horas que hace un abogado en el pasillo.
P. Las esperas, por ejemplo, dependen de jueces y secretarios. ¿Va a hablar con ellos?
R. Vamos a hablar con todos los operadores jurídicos. Hay que evitar mecanismos imposibles de cumplir. Hay que racionalizar. Hay que exigir que los juicios comiencen puntuales, y no que te pongan un juicio a las nueve y el magistrado venga a las diez y no puedas decir nada. Es una falta de respeto, no al profesional sino al ciudadano.
P. ¿Cómo es la relación entre abogados y jueces?
R. Depende de las personas. Los hay de una diligencia estupenda. Pero hay que denunciar a los que creen que forman parte de una casta intocable instalada en el privilegio. Tenemos que conseguir respeto, un plano profesional de igualdad. Algunas cosas nos pasan porque hemos sido demasiado tibios. Hay que ser reivindicativo, no políticamente correcto.
P. ¿Le debe importar al ciudadano quién es el decano?
R. Le debe importar mucho. Creo en la función social de la justicia. Si se convence al ciudadano de que vea al abogado como un agente para prevenir pleitos, si se nos permitiera, y creo firmemente que debemos pelearlo, en la redacción de las leyes, como tambor de resonancia de las injusticias, si se nos acompaña en el impulso a la mediación y en la dispensa de servicios de atención y asistencia esenciales, el ciudadano vería que el abogado es, también, parte de su vida.
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