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Reportaje:Carlos Dávila | los jinetes del apocalipsis / 4

El bocadillo de chicharrones

Nuestro caballista es, también, experto en los íntimos sentimientos que experimentan los solípedos en determinadas circunstancias. En la mañana del 22 de marzo de 2010 reconoció públicamente que estaba "cachondo como una mula".

José María Izquierdo

Hay tipos que siempre dicen ir con la verdad por delante. Aquello de al pan, pan. Así que la sección que Carlos Dávila escribe en la primera página del periódico que dirige se llama "En el día de hoy". Para jóvenes o desmemoriados, así encabezó Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios, su último parte de guerra: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. El Generalísimo Franco. Burgos 1º abril 1939". Al vino, vino.

Para escribir tan recio, viril y cuartelero, Dávila seguramente seguirá un régimen cercano al que sigue: desayunará con cazalla, como los hombres. Luego, a lo largo del día, le dará a la chistorra y al cocido y se negará a ir a un restaurante japonés. Luciría bien acodado en la barra de la cantina del cuartel, vaso de tinto peleón, alternando el bocata de mejillones en escabeche con el de chicharrones. Las guindillas, en el plato, para ir mordiendo. Mirada perdida en las paredes con fotos de Interviú, recuerda, melancólico, "aquella marchota que malentonábamos los chorchis del siglo pasado: 'No podemos comprender el bien que se nos hace en este campamento de todos los c...".

Machote como es, llamó "abreculos" a Boris Izaguirre, y dijo de él que era un "personaje abyecto que en cualquier otro país estaría en la clandestinidad". La marcha del orgullo gay tampoco le pone muy feliz: "El 'lobby' es tan influyente, tan decisivo, que hasta los conductores de Metro (...) se ponen de hinojos para que a los floritos no les falte de nada. Algún día los del orgullo de ser papás, de ser de derechas o incluso de que nos guste la Virgen de la Paloma, nos echaremos también a la calle sin miedo a que nos llamen cavernícolas, homófobos o meapilas". Y es que Dávila tiene muy comprobado que "esto de que te gusten las cosas de siempre, las señoras y las cocochas incluidas, se está poniendo francamente difícil. Resultas un rijoso o un verdugo de merluzas".

La vida en esta España, en general, se le hace difícil: "O sea, que el plan del viernes-noche para cualquier patriota (...) será el siguiente: aparcará su coche con cuidado porque los guardianes de la inmovilidad medirán si su vehículo traspasa centímetro y medio la raya autorizada; acudirá a un bar o restaurante que parecerá un gimnasio con olor a Linimento Sloan; (...) pedirá medio vasito de Rioja para no dar gramos en el chivato; se guardará de comer carne roja porque está atiborrada de colesterol del malo; renunciará al Güisquilabel porque los grandes alcoholes trituran el hígado, que lo ha dicho la esbelta Trini; se fumará la servilleta porque será lo más blanco que encuentre en derredor; saldrá con cuidados mil, no vaya a ser que tropiece y la cámara callejera interprete que usted está como una cuba; al llegar al semáforo, mirará a diestra y siniestra por si le acosa un guardia disfrazado de canario y le mete un tubo traqueal para saber si se ha bebido un chupito de aguardiente...". Lo que Dávila dice: ¿no es para que se te avinagre el carácter?

Para nuestro áspero jinete no son sólo despreciables asesinos los etarras, no, es que los familiares de los presos que van a verlos "son unos chulos de mierda o unos hijos de la gran puta". Dado que su campo de tiro es amplio, también tiene obuses para "el seboso andarín Almodóvar". Estricto en las cosas de cintura para abajo, se indignó mucho con una campaña de Cruz Roja: "He entrado en la página de la Cruz Roja de la Juventud para saber si es cierto (...) que patrocina una campaña (...) dedicada a instruir a nuestros niños y jovencitos sobre diversas argucias del sexo. Y es cierto: la Cruz Roja, pelotilla ahora de Aído, Jiménez y demás ministras inútiles del Gobierno, se ha unido a ellas para mostrar a nuestros púberes diversos goces". También se preocupa mucho del futuro de los curas: "Aquí se trata de dar un manotazo al crucifijo y ayudar a que todas nuestras mujeres lleven velo". Y dolido porque nadie hace nada, arenga: "Es imprescindible la acción, la agitación social de un país derrumbado que contempla irritado, pero aún en casa, cómo se forran los Bardenes y cómo se insulta a los curas".

La prohibición de las corridas en Cataluña le ha roto el alma. Tanto que no duda en implicar a los Reyes en la defensa de la puya, la banderilla y el estoque: "Por eso nos resulta imprescindible que toda la Familia Real, incluso aquellos de sus miembros que no son aficionados, se implique en la defensa de una tradición...". Y dado que el periódico que dirige ya ha cargado la bayoneta con la advertencia de que podría darse que "los españoles no entiendan su silencio como aquiescencia y se vean tentados a retirar el apoyo a una institución a la que siempre han apoyado", dos días después abre la primera página con este titular: "Zarzuela niega que el Rey esté recibiendo quimioterapia".

Pero donde más brilla el estilo peloenpecho de Dávila es en su acendrado gusto, casi de erudito, en la búsqueda para hallar adjetivos insultantes con los que referirse a Zapatero. Generoso, los emplea a quintales. Ramillete elegido al azar entre un inmenso campo de flores: "Estólido presidente (...) la demostración palpable de un vesánico político"; "En el orden privado, Zapatero estaría en paro; nadie contrataría a un gestor engañoso, torpe, visionario y vengativo"; "Es el crisol más repugnante de todas las falacias posibles"; "El más solemne irresponsable que haya tenido España desde los tiempos de Godoy"; "Acredita mil fechorías, una frivolidad política y económica sin límites, una improvisación de púber y una chulería incompatible con su escasa arquitectura"; "Me decía (...) un analista de enorme envergadura y nada desafecto, de entrada, a la socialdemocracia: 'Zapatero tiene tres características personales: es un memo, es un soberbio y es un malvado"; "¿Alguno de ustedes entregaría su limosna a un indigente que, con seguridad, sabe que se lo va a gastar en colipoterras, en porros o en alcohol de baratillo?".

De vez en cuando también cita a Camilo José Cela: "Estos tíos que nos quieren salvar son más molestos que un pedo atascado".

Carlos Dávila
Carlos DávilaTomás Ondarra

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