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El Gobierno guarda silencio convencido de que regresará la normalidad

El Gobierno guarda silencio y cuando excepcionalmente lo rompe -sólo en cuatro ocasiones en 28 días- subraya ante todo las "excelentes" relaciones con Marruecos.

Cuatro semanas después de que Rabat publicase, el 16 de julio, el primero de sus cinco comunicados denunciando la actuación de las fuerzas de seguridad españolas en la frontera de Melilla, el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se pronunció, por fin, ayer en Llanes (Asturias) sobre la tensión con el vecino. Vaticinó que se recuperará "rápidamente la normalidad" y aseguró que las relaciones con Marruecos "son excelentes en lo referente a la lucha contra el terrorismo internacional, la cooperación policial, la lucha contra el narcotráfico o contra la emigración ilegal".

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Miguel Ángel Moratinos, el otro ministro más concernido, no ha hecho declaraciones. El PP le considera "desaparecido" y ha pedido su comparecencia en el Congreso de los Diputados.

Perfil bajo del Ejecutivo

El silencio o el perfil bajo es una táctica deliberada del Ejecutivo para evitar adentrarse en una espiral de reproches que desemboque en una crisis. Lo era antes de que don Juan Carlos llamase, el miércoles, al rey Mohamed VI y lo sigue siendo ahora.

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"Tenemos plena confianza en que, tras esa conversación telefónica, las aguas volverán a su cauce", repiten fuentes diplomáticas autorizadas. El mutismo del Gobierno en estos días no es nuevo. Se ha sumido en él cada vez que ha surgido un roce con Marruecos. Ni siquiera protestó por la agresión que sufrieron, en septiembre de 2008, en territorio marroquí, los máximos responsables de la Guardia Civil, de la Policía y de Hacienda de Melilla.

A cambio de esas abdicaciones ha marcado otros tantos. José Luís Rodríguez Zapatero fue el primer presidente del Gobierno que visitó Ceuta y Melilla, en 2006, 26 años después que lo hiciera Adolfo Suárez. Dos años después organizó el primer viaje de los Reyes a ambas ciudades.

La tirantez con Rabat ha puesto de relieve el diferente enfoque de la relación con el vecino de los dos grandes partidos españoles. Javier Arenas, vicesecretario del PP, exigió ayer al Gobierno más "firmeza" y no tantas "absurdas cesiones". Tenía probablemente en mente la actuación de José María Aznar durante la crisis de Perejil (2001-2002).

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