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"Solo me quedo el 40% de lo que ganan las chicas"

Detenidos diez presuntos proxenetas por explotar a jóvenes chinas en pisos del Eixample de Barcelona

Jesús García Bueno

Mei ejerce de madame, pero ella se ve como una generosa matrona que da pan y cobijo a jóvenes chinas que andan desamparadas. "En otros pisos se quedan la mitad. Yo no, yo me conformo con el 40%. El resto es para las chicas", asegura Mei, una de las proxenetas detenidas por el Cuerpo Nacional de Policía en una vasta operación policial que ha golpeado hace tan solo unos días a las mafias de la prostitución que operan en pisos del Eixample barcelonés.

Un hombre entrado en carnes, cincuentón, sube las escaleras para comprar sexo en el piso de Mei. Suda y resopla por el esfuerzo. Saluda sin levantar la mirada del suelo. La mujer propone seguir la conversación en el vestíbulo y, allí, viene a decir que la prostitución no es un rey Midas. "¡Eso de que se gana mucho dinero es mentira! Pago 1.000 euros de alquiler, tengo a tres chicas trabajando y este es solo el quinto cliente que entra hoy. Si en octubre no mejora el negocio, lo traspaso".

Mei afirma que la prostitución no da mucho dinero y que cuida de sus chicas

Mei dice que los policías la trataron "con respeto", pero insiste en que sus chicas tienen los papeles en regla. "Bueno, menos una", concede. "Llegó la semana pasada sin nada y me pidió trabajar. Solo puedo ofrecerle comida y cama". Los resultados de la operación policial, sin embargo, dicen que en el piso había tres mujeres en situación irregular. En el registro de la vivienda, por cierto, los agentes pillaron en flagrante a un joven cliente mauritano, Emmanuel S., que saltó desde la terraza a la calle e intentó huir porque también es un sin papeles.

Los clientes españoles -como el que lleva ya media hora con una de sus chicas- son mejores que los extranjeros, a juicio de Mei. Dice que llegan más aseados y que dan menos problemas. "Aquí vienen hombres de Pakistán, Marruecos y Rumanía que pagan, pero están borrachos y quieren hacerlo sin condón. Las chicas tienen miedo de coger alguna enfermedad", sostiene la mujer, que lleva siete años en España y ha trabajado de casi todo: ha cuidado niños chinos, ha atendido mesas en un restaurante chino, ha cosido largas horas en un taller de confección chino y, ahora, regenta un meublé que, por lo que dice, no es demasiado rentable.

Si los porcentajes y precios que desgrana Mei se ajustan a la realidad -30 euros por servicio, el 40% de los beneficios para ella- en lo que va de día ha ganado, con cinco clientes, unos 90 euros. Eso significa que en menos de 12 días habrá reunido dinero suficiente para pagar el alquiler. A partir de ahí, lo que gana es limpio. Pero Mei se queja: "En verano hay que poner el aire acondicionado y es caro. Además, la familia me prestó dinero para venir a España y tengo que enviarlo a China. Y está la crisis: con este Gobierno va todo muy mal".

En la redada, los agentes de la Unidad contra Redes de Inmigración y Falsificación han registrado cinco pisos en Barcelona, arrestaron a 20 prostitutas por infringir la Ley de Extranjería y detuvieron a 10 presuntos proxenetas que, como Mei, están en libertad a la espera de juicio.

A Mei no le preocupa que la policía vuelva a su piso. No parece ser consciente de que el proxenetismo, o sea, lucrarse con la prostitución de otros, sea delito. Pero lo es. Y tanto ella como el resto de los detenidos esperan juicio. Por ahora, están en libertad. De hecho, solo unos días después de la redada policial, los pisos siguen abiertos y reciben clientes. Y las mujeres continúan explotadas. La lucha policial contra las mafias no da resultado porque la ley no da más de sí.

Tras la operación, las prostitutas de un piso de la calle de la Diputació declararon que cobraban 60 euros por media hora de servicio y que los dueños del negocio se quedaban la mitad. También afirmaron que lo hacían por turnos, para cubrir la demanda de sexo las 24 horas del día. Las mujeres, muchas sin papeles, deberán ratificar esas declaraciones en un juicio de fecha incierta. "Para entonces, muchas ya no estarán aquí y no se podrá probar nada", lamentan fuentes policiales.

Cuando no hay una circunstancia muy grave (un secuestro, una violación) el proxeneta ni siquiera ingresa en prisión provisional, pues se le acusa solo de un delito relativo a la prostitución. Y vuelve al piso como si nada hubiera pasado. Algunos se defienden. "No somos delincuentes, pero nos tratan como tales", dice una española que atiende a los clientes en otro de los pisos registrados, en la calle de Balmes.

Las prostitutas, detenidas por estar en situación irregular, también vuelven a la labor. La policía les abre un expediente de expulsión pero, si no han cometido delitos y tienen domicilio conocido (el meublé) el juez no decreta su ingreso en un CIE de extranjeros. Se quedan, así, a la espera de una expulsión que, en muchas ocasiones (por falta de medios o mecanismos legales) nunca llega.

La inseguridad y la falta de condiciones higiénicas son peores en los pisos que en los prostíbulos, según las mismas fuentes. La especialización por nacionalidades (con predominio de las chinas) es frecuente en los pisos que, al estar escondidos en un bloque de viviendas, tienen que anunciarse en las páginas de contactos de los diarios. "Y eso es muy caro", se queja otra vez Mei.

Mei regresa al piso en el que ejerce de <i>madame</i> en el Eixample de Barcelona.
Mei regresa al piso en el que ejerce de madame en el Eixample de Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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