La gripe A se desvanece
El sistema de detección español no halla ningún caso del virus en dos semanas - La vacuna que se prepara para el invierno incluirá el H1N1
Hace dos semanas que el Centro de Vigilancia Epidemiológica del Instituto de Salud Carlos III no detecta ni un solo caso de la llamada gripe A (oficialmente, California-AnH1N1). Todos los virus registrados corresponden a una variante que está siempre presente, aunque tradicionalmente no se le da importancia: la gripe B. En Cataluña hace aún más tiempo que no hay noticias de la nueva gripe: la Agencia de Salud Pública de Barcelona no se la encuentra desde abril. Nada que ver con la situación del mismo periodo hace un año, cuando, de manera inusual para un verano, los casos de gripe eran numerosos y el H1N1 ganaba protagonismo. Así, por ejemplo, en la semana 32 del año pasado, la tasa de detección viral era de 41,17 casos por 100.000 habitantes, en su inmensa mayoría por virus H1N1. Este año, sin embargo, la tasa está casi a cero (cinco detecciones por los sistemas centinela en dos semanas).
El año pasado sobraron seis millones de inmunizaciones
La UE debate cómo mejorar la comunicación de alertas sanitarias
Esta desaparición de la gripe A del hemisferio norte también se corresponde con lo que está pasando en el sur. El último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del sábado pasado, destaca que actualmente se vive una temporada de transmisión de gripe activa en el sur de Asia y en el sur y centro de América. Esto es normal ya que en las zonas ecuatoriales el virus está menos sujeto a factores estacionales (hay menos cambio de temperaturas) y se contagia de una manera más constante durante todo el año. En el sur, que está pasando por el invierno, tampoco está habiendo una temporada de gripe intensa, con la excepción de Sudáfrica. En el resto de los continentes (Oceanía y América del Sur) la enfermedad está siendo muy poco agresiva. Pero -y aquí viene la novedad- no se trata mayoritariamente de gripe causada por el virus H1N1, sino por otros dos: uno de tipo B y un A(H3N2).
Sin embargo, las autoridades no dan por acabada a la nueva gripe. Ese reducido impacto es el que, como dice el secretario de Estado del Ministerio de Sanidad, José Martínez Olmos, impide que se pueda adelantar lo que va a pasar el invierno que viene. "No nos gusta especular, pero por lo que está pasando en el hemisferio sur [donde ahora es invierno] no se puede decir que la gripe A haya desaparecido del todo". Claro que precisamente por la "baja actividad" de la gripe este verano (invierno en el sur) "no se pueden hacer prospecciones", afirma Martínez Olmos.
Lo que sí se atreve a afirmar el secretario de Estado es que "tampoco en el sur la gripe está siendo más grave". Y, por supuesto, por si alguien tiene dudas, se apresura a tranquilizar sobre la gripe B y el H3N2: "Son virus que aparecen todos los años, no suponen un riesgo especial". (De hecho, lo normal es que todos los años, sin ruido mediático alguno, haya al menos tres virus de gripe en activo).
El diagnóstico es generalizado. Tanto la OMS como los organismos estatales de la UE y la Agencia para la Alimentación y los Medicamentos estadounidense (FDA por sus siglas en inglés) esperan que el próximo invierno el virus de la gripe A sea uno de los que circulen por el norte. Por eso está incluido en las vacunas que se suministrarán, junto al A(H3N2) y el B-Brisbane. Esta composición no debe alarmar ni sorprender. Es similar en las vacunas de la gripe normal de todos los años, que suelen combinar tres virus, dos de tipo A y uno de tipo B, que se determinan en febrero según las muestras que se toman en el sudeste asiático.
Pero esta composición de las vacunas de este año crea un problema colateral: como ya incluyen el AnH1N1, no van a hacer falta los seis millones de dosis contra este virus que han sobrado del invierno pasado, y que costaron 7,2 euros cada una, indica Martínez Olmos. "Los tienen las comunidades y ellas tendrán que decidir qué hacen con ellas", dice el secretario de Estado. Lo más probable, destruirlas.
Sin embargo, Martínez Olmos no cree que su compra fuera exagerada. "Al final modificamos los contratos con los laboratorios y pedimos nueve millones de dosis, las mismas que otros años -y también este-. Lo que pasa es que hubo mucho recelo y no se pusieron", indica. Por eso insiste en que "se actuó bien en cuanto a previsiones", y compara favorablemente la situación española con la de otros países que "no redefinieron sus contratos" y "pidieron vacunas para un porcentaje mayor de la población".
Precisamente una de las primeras actuaciones de la presidencia rotatoria de la UE, que este semestre corresponde a Bélgica, fue organizar una conferencia ministerial para tratar el tema de la gripe A. "Hay una preocupación generalizada sobre cómo actuar en el futuro ante posibles alertas", cuenta Martínez Olmos. "La conclusión es que se respondió rápido y bien", aunque hubo "dificultades para asegurar vacunas para todos y a un precio razonable", afirma.
La solución que ha acordado la UE es la misma que se quiere implantar para España: centralizar las compras. Cuando la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, hizo el anuncio de esta medida después del Consejo Interterritorial (la reunión entre el ministerio y los consejeros autonómicos) de marzo de este año, se apuntó a que las vacunas de la gripe serían el primer intento para la puesta en marcha de una central de compras. Pero Martínez Olmos admite que esto sucederá "el año que viene". "Cuando quisimos ponernos a trabajar este año algunas comunidades ya habían publicado sus concursos. Lo que sí vamos a hacer es hablar con los laboratorios para que se comporten como si hubiera una decisión de compra conjunta, sobre todo con los precios", dijo.
Queda otro problema abierto, según acordaron los representantes europeos: Cómo transmitir la información ante una alerta. Lo que ha pasado con la vacuna de la gripe el invierno pasado "fue una pena", dice Martínez Olmos. La inmunización fue "tan segura como la de todos los años". Pero no fue ese el mensaje que caló.
Morir de éxito
Hacer predicciones con los virus ha resultado casi tan arriesgado como intentar acertar una lotería. Y por eso se dan casos curiosos como que un equipo investigador publique, justo la semana pasada, los motivos por los que el virus H1N1 desplazó a los demás circulantes el invierno pasado y se convirtió en prácticamente el único que infectó a la población.
Según un trabajo que publicó la revista Plos Pathogens el pasado jueves, esto se debe a que en las cadenas proteicas del virus hay sobreabundancia de lisina y aspargina, unos aminoácidos (las moléculas que son los eslabones de las proteínas) que son clave para facilitar la transmisión del virus de persona a persona. Y no solo hay más de lo normal; están colocados en sitios diferentes de como lo están en otros virus de la gripe.
Esa anómala combinación es, según los científicos de la Universidad de Wisconsin y el Centro de Genómica Estructural de Enfermedades Infecciosas de Seattle, que han hecho el estudio, la causa por la que el H1N1 se impuso a los demás virus que infectan las vías respiratorias y lo que le confirió una mayor facilidad para infectar a los seres humanos, desplazando a sus competidores.
Pero lo que los investigadores no explican es por qué, si esto es así, ha bastado un año para que el virus pierda todo su empuje. Si tenía esa capacidad para desplazar a sus competidores, no se ve el motivo por el que ya esa estrategia no le funcione. Desde luego no se trata del efecto de las vacunas (en España se pusieron solo un 30% de las previstas). Quizá sea que, como se expandió tan rápidamente, ya la mayoría de la población tiene anticuerpos contra él. Es lo que se llama morir de éxito.
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