Genéticas y herencias
La prueba del ADN ha sido el mejor aliado de un hombre repudiado por los suyos. Ha sido la verificación irrefutable de que Rafael, un modesto ciudadano de Écija (Sevilla), es hijo de Rafael Ostos, un hombre adinerado que le negó su apellido y, en consecuencia, la herencia de parte de sus bienes.
Después de seis años de pleitos, Rafael, que ya tiene 68 años, ha logrado que la justicia reconozca lo que era un secreto a voces en su pueblo: que era el fruto (entonces ilegítimo) de la relación de su padre con la costurera de la casa. Ahora, de la noche a la mañana, Rafael se ha convertido en un hombre millonario; un hombre que verá en poco tiempo cómo se engrosa su cuenta corriente con unos tres millones de euros, en detrimento de su hermanastra, heredera única hasta ahora de la fortuna familiar.
La prueba del ADN se ha ido extendiendo y perfeccionado de tal manera que se ha convertido en un poderoso instrumento de la policía, el más fiable documento de identidad, capaz de hallar a un antepasado sepultado en la cuneta o desentrañar lazos de sangre antes celosamente ocultos.
El caso de Rafael Ostos demuestra, además, otra realidad conocida: que la genética compromete quizá nuestro pasado, pero no nuestro presente ni nuestro futuro. Es ahora evidente que Rafael fue concebido del modo que todos en casa sospechaban y que quizá guarda algún parecido físico con su padre, pero ahora que este ecijano ha puesto las cosas en su sitio, está más autorizado que nunca para repudiar él también alguno de los rasgos que distinguieron a su progenitor.
Rafael, que ha tenido que luchar denodadamente contra su hermanastra, que se resistía a compartir herencia, dedicará parte del dinero que reciba a llevar una jubilación menos austera, pero también a echar un cable a sus hijos. Él, que vivió estigmatizado por la vergonzante historia de su madre la costurera, podrá ahora reafirmarse frente a su padre y hacer gala de la generosidad que su progenitor siempre le negó cuando él, joven y desheredado, le pidió ayuda. No se sabe si es que ese rasgo de egoísmo no estaba en su ADN o es que la historia de Rafael se ha encargado de anularlo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.