Polvo de Gilgamesh
Merecería un nombre como Goliat, Polifemo o Gilgamesh, pero la cosa más enorme jamás vista solo se llama R136a1. Es una estrella recién descubierta, y esos son los nombres que se suelen gastar los astrónomos. Tiene 30 veces el radio del Sol, y 300 veces su masa. Si R136a1 viniera de visita a nuestro sistema solar, sería tanto más brillante que el Sol cuanto el Sol lo es que la Luna. El precio de tanto exceso es una vida corta: el Sol llevaba miles de millones de años brillando cuando nació R136a1, y seguirá brillando mucho después de que la gigante haya muerto.
El Polifemo del cosmos habita en
la Gran Nube de Magallanes, un miembro de nuestro grupo local de galaxias, junto a Andrómeda y otras pocas. De hecho, es una galaxia satélite de la Vía Láctea. Se puede ver a simple vista en la noche austral -la estrella gigante se ha descubierto desde Chile-, casi en el Polo Sur celeste. Magallanes la introdujo en la cultura occidental
en su primera vuelta
al mundo, la histórica travesía de 1519.
La nube de Magallanes se formó en la misma época que la Vía Láctea, cuando el universo era joven, hace unos 13.000 millones
de años. Sin embargo, contiene muchos cúmulos estelares jóvenes, grumos de miles de estrellas que han nacido hace 100 millones de años o menos. Algunas están naciendo ahora mismo, y son todavía polvo de estrellas en pleno proceso de acreción gravitatoria. Estos criaderos de estrellas son un muy apreciado objetivo de los físicos.
Las imágenes del observatorio chileno y del telescopio espacial Hubble han revelado en esos cúmulos estelares un amplio repertorio de fenómenos extremos asociados a las estrellas jóvenes. Varias de ellas superan en siete veces la temperatura del Sol, y muchas son increíblemente brillantes, masivas
y gigantescas. R136a1 no está sola, solo es
la mayor entre
las grandes.
Gilgamesh nunca formará un sistema solar. Su vida será tan corta que no dejará tiempo al lento proceso de formación de planetas. Pero, según sus descubridores, poco después del Big Bang todas las estrellas fueron así. En su interior se cocinaron
los elementos químicos de los que estamos hechos. Somos polvo
de Gilgamesh.
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