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Normalidad suburbana

El verano, el 50% de servicios mínimos y la previsión de los viajeros atenúan los efectos negativos de la huelga del metro en su séptima convocatoria

La de ayer fue la séptima jornada de huelga que convocaban los cuatro sindicatos de Metro sin lograr alcanzar un acuerdo con la compañía y la Comunidad para ahorrar los 7,9 millones de euros en gastos de personal que exige el Ejecutivo autonómico. El paro, secundado por el 29% del personal, según la compañía, y por el 100% de los que no debían cumplir servicios mínimos, según el Sindicato de Conductores, provocó leves retrasos en los trenes y aglomeraciones de pasajeros en los andenes durante las horas punta. Aparte de eso, nada parecido a los grandes trastornos que sufrió el transporte madrileño durante las dos jornadas de huelga total que secundaron los empleados del suburbano durante los días 29 y 30 de junio.

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"Tarda un poquito más y es una lata. Yo me levanto media hora antes para ir a trabajar cada vez que convocan, pero en fin, ya nos hemos acostumbrado todos con tanta huelga", se resignaba Ana Lorenzo, una joven que llevaba esperando casi 10 minutos el convoy de la línea 8 en Nuevos Ministerios.

A pesar de la lucha atroz entre los empleados, la Comunidad y la compañía, lo cierto es que para la galería la convocatoria de paro no causó graves trastornos esta vez. La convergencia de tres factores amortiguaron los inconvenientes para los viajeros: Por un lado, el estricto cumplimiento de los servicios mínimos, (establecidos en un 50% pese al desacuerdo de los empleados, que los consideran abusivos), permitieron que los convoyes no se retrasaran más de un máximo de 12 minutos en ninguna línea (a excepción de un retraso de 35 minutos que sufrió la línea 10 dirección Puerta del Sur sobre las tres de la tarde por una avería que no permitía cerrar las puertas de uno de los trenes, y que según la compañía, se debió a un problema común y no a un intento de sabotaje); en segundo lugar, la reiteración de las huelgas han puesto en alerta a los usuarios, que prefieren ser precavidos y han adelantado el inicio de las horas punta para evitar retrasos; y por último, el inicio de la segunda quincena de julio, en la que muchos ciudadanos se escapan de la capital por vacaciones.

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Ni los autobuses de la EMT, ni los trenes de Renfe, que funcionaban con los servicos habituales del verano, experimentaron un aumento de viajeros. Los portavoces de ambas compañías resaltaron la "absoluta normalidad" en sus respectivos ámbitos. Así mismo, un miembro de la Gremial Auto-taxi confirmó que no habían percibido un crecimiento de la demanda de usuarios. Tan solo las carreteras, tanto las vías céntricas como la M-30 y las entradas y salidas de la ciudad, mostraron ciertas aglomeraciones a partir de mediodía, "pero dentro de los valores normales de cualquier viernes en la capital", según el Ayuntamiento, quien además vinculó las retenciones a la operación salida de vacaciones y no al paro laboral de Metro.

Respecto a la actuación de los piquetes durante las primeras horas de la mañana, la policía informó de la detención de uno de ellos en las cocheras de Canillejas (ex miembro del Sindicato del Conductores, según la propia formación), acusado de coaccionar a un empleado que iba a trabajar y de atentado contra la autoridad, según la policía. Aparte de ese incidente aislado, el resto de los piquetes se limitaron a informar de los motivos de la huelga. Para la última semana de julio los sindicatos han convocado otras dos jornadas de huelga con servicios mínimos del 50% los días 26 y 28. Hasta entonces, normalidad suburbana.

Información realizada por Jaled Abdelrahim, David Marcial Pérez y Carolina García.

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