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AL CIERRE
Columna
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Caber y valer

Rafael Argullol

Me gustaría mucho conocer al auténtico alcalde de Barcelona, que no es el señor Hereu, como equivocadamente podía pensarse, sino al ingenioso inventor de las proclamas publicitarias que aquel asume como propias. De lo que no estoy seguro es que este alcalde en la sombra, al que tanto encantan los juegos de palabras, sea un verdadero amigo de Hereu. Cuando uno ve, por ejemplo, los Puntos de reflexión tatuados en la acera de la Diagonal tiende a pensar que no. Estos debían ser lugares en los que se reflexionara sobre el gran proyecto, y ahora son patéticas huellas de una pantomima. Los motociclistas aparcan tranquilamente sobre los Puntos de reflexión y las ávidas trituradoras se aprestan a triturarlos (compruébenlo si lo desean con un agradable paseo entre el paseo de Gràcia y Balmes, rodeados de patinadores y ciclistas a toda velocidad que ayudan a aumentar la emoción urbana).

El ocurrente alcalde a la sombra lleva años deleitándonos con sus gracias. En lugar de recurrir a prosaicas leyes y a policías eficaces, prefiere proponernos poéticas adivinanzas y crípticos mensajes. De acuerdo con este talante la playa, pero convertida cariñosamente en un ser antropomórfico, en una playita que habla y pide respeto, mientras los bañistas convertidos en hooligans alborotan con toda impunidad. Siguiendo la misma pauta las hordas nocturnas avanzan a voz en grito bajo encantadoras banderolas en las que -tras un examen hermenéutico- parece sugerirse que por la noche "hay que bajar el volumen". El alcalde en la sombra es tan ocurrente que espera detener la barbarie con sus jueguecitos retóricos.

Su último invento es casi insuperable: "en Barcelona todo cabe pero no todo vale". Muchos rincones de la ciudad están invadidos por este lema admirable. De lo que no estoy muy seguro es de la interpretación que hemos de darle. "¿Todo cabe?". ¿Quiere decir que aquí también acogeríamos una convención de asesinos en serie con tal de que gastaran algo de dinero y no empezaran a disparar enseguida? ¿No será que el gran ocurrente se ha confundido en los términos, y en Barcelona todo vale pero no todo cabe, pues la ciudad ya no da cabida a los que gustan del silencio y desearían pasar sin el hostigamiento de los bárbaros?

Un consejo para Hereu: liquide a su sombra y gobierne de una vez.

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