"¡Otra vez hemos perdido la final!"
Los holandeses en Madrid ahogan sus penas con cerveza
Hay que saber adaptarse a las tácticas del adversario. La afición holandesa que llenaba ayer el pub irlandés Shamrock's de Madrid, reconvertido en The Holland House para la final del Mundial, ya lo hacía a la perfección. "¡Yo soy holandés, holandés, holandés!", cantaban una y otra vez. Gorros, vestidos, camisetas, faldas y caras naranjas -o con la bandera de Holanda- se veían hasta en el más remoto rincón del bar.
Más de 300 forofos habían pagado 10 euros para ver el partido, 40 euros en la zona vip, la única con asientos, bebida y aperitivos incluidos. Una hora antes del partido, Luis, de Chile, acababa de comprarse por 15 euros una camiseta naranja. "Llevo seis años en España y voy con Holanda para vivir algo diferente", explicó. Su amiga Roxana, peruana, optaba por la diplomacia: lucía un gorro de granjera holandesa, una blusa naranja y debajo una camiseta roja. "Que se lleve la copa el mejor, porque gane quien gane va a ser una fiesta igual".
Los seguidores de la selección oranje parecían prudentes. Preveían una victoria por los pelos: 2-1, 1-0... Cada tarjeta amarilla para los españoles se comentaba con aplausos y cada oportunidad fallida de los suyos con un ¡uy! de sufrimiento.
Después del descanso el ambiente se volvió cada vez más tenso, ya apenas se podía distinguir entre los aplausos por un ataque de la selección holandesa y los que pretendían animar a su portero, Stekelenburg. Faltaban cinco minutos para la prórroga y Ferdi no podía más: "¡Qué nervios, qué partido más bueno!".
Llegó la prórroga. Marcó el gol Andrés Iniesta y llegó el grito de desesperación de los holandeses: "¡Otra vez hemos perdido la final!". Para entonces habían caído 1.400 pintas. La ilusión se ahogó en cerveza.
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