Adiós al fatalismo
Si hoy gana la selección de fútbol, el deporte español habrá cruzado la última frontera - Tras los héroes aislados de los sesenta y setenta y los primeros triunfos colectivos, esta generación compite con cualquiera y encaja las derrotas sin dramas
Lo advirtió hace ya bastantes meses Simon Kuper en uno de sus artículos semanales en el Financial Times. "Ojo con los españoles, váyanse preparando como les dé por jugar al críquet". La exageración sitúa el foco sobre los deportistas españoles, que subrayan en rojo cada almanaque con una sucesión de gestas inéditas, a cual más asombrosa. Si algo faltaba en la colección, un triunfo al más alto nivel, concluyente, bello y ejemplar de la selección de fútbol, ahí está por fin al alcance de la mano. La Eurocopa de hace dos años fue la antesala, este Mundial puede ser el colofón. El deporte más mediático puede conseguir resarcir a una legión de seguidores impenitentes, inasequibles al desaliento pese a los repetidos fracasos y el síndrome cuartofinalista.
"Nuestro deporte vive la mejor época de su historia", recalca Lissavetzky
"Se agotó el amarillo como ahora se agota el rojo", dice Bahamontes
"La mentalidad ha cambiado. Ya no perdemos antes de jugar", dice Iturriaga
"Es importantísimo que sean un grupo de amigos", destaca Ángel Nieto
"Nuestro deporte está viviendo una época dorada, la mejor de su historia. No lo digo yo. Hace poco encargamos una encuesta y eso es lo que opinaba ya antes del Mundial entre el 80% y el 90% de los españoles", afirma Jaime Lissavetzky. Desde Sudáfrica, el secretario de Estado para el Deporte se regocija especialmente con otro dato: "Más del 60% de los encuestados opina que el éxito no se debe a la casualidad".
La cosecha durante los últimos meses es abrumadora: reinan las selecciones de fútbol y baloncesto -campeona de Europa y del Mundo-, mandan Jorge Lorenzo, Toni Elías y Marc Márquez en el Mundial de motociclismo, repite anillo Pau Gasol con los Lakers, defiende su reinado Alberto Contador en el Tour, aumenta su leyenda Rafa Nadal en Roland Garros y Wimbledon y se postula un año más Fernando Alonso al título de fórmula 1.
Gasol y Nadal estarán hoy en las gradas del Soccer City de Johanesburgo para jalear a la selección española. No han querido perderse la última gran fiesta del deporte español. Alonso no podrá porque hay coches en Silverstone. Pero desde Inglaterra resume el sentir de muchos deportistas españoles, conscientes de que lo que han hecho Del Bosque y sus chicos es un hito, el último paso: "Hagan lo que hagan ya han hecho historia. Me siento orgulloso de ser español", dijo ayer el piloto asturiano.
"El deportista español ha mejorado mucho su capacidad para competir. Ahora no le tiene miedo a ningún adversario, ni a ninguna superficie, ni en ningún deporte piensa que es inferior. Es una capacidad competitiva que tiene mucho que ver con aspectos psicológicos. Zidane explica que Francia rompió a ganar cuando ganó el Mundial y después ganó también la Eurocopa. España ha roto a ganar y ha roto los tópicos", mantiene Lissavetzky.
Federico Bahamontes, el primero junto al gran Joaquín Blume, que en plena España franquista rompió con su bicicleta la imagen del tercermundismo deportivo español, está reviviendo su gesta en el Tour de 1959 gracias al Mundial de fútbol. "¿Sabes? Entonces se acabó el amarillo, como ahora todo el mundo quiere algo rojo", recuerda en una conversación telefónica. "No creo que sea una cuestión de mentalidad. Yo viví una guerra, he pasado hambre, sé lo que es sufrir...", asegura el mito. "Pero entonces había menos dinero y hoy es más fácil sentirse más español. Es un orgullo".
Entre Bahamontes y la explosión de Barcelona 92, otros héroes aislados lograron romper con ese sentimiento de inferioridad e hicieron soñar a la afición. Como Manolo Santana y sus victorias en Roland Garros y Wimbledon a principios de los sesenta; Ángel Nieto y sus 13 mundiales en motociclismo; o el Open británico de Seve Ballesteros de 1979.
El baloncesto, con su final olímpica en 1984, merece capítulo aparte. Aquella fiesta acabó en derrota abultada, pero puso la semilla de los grandes éxitos que vinieron después. "Fue uno de los primeros chispazos colectivos, antes todo eran individualidades", asegura Juan Manuel López Iturriaga, que jugó aquella final. "Y sobre todo supuso un gran hito para quitarnos complejos". Ese mismo año, la selección de fútbol había perdido la Eurocopa ante la Francia de Platini.
Y luego vino Barcelona 92. Con su plan ADO, sus nuevas instalaciones -el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat se construyó para la ocasión- y sus 22 medallas, un éxito sin precedentes que no se ha vuelto a repetir. España acabó sexta en el medallero y se instaló la idea de que, desde el fútbol al yudo, cualquier especialidad podía tener un campeón español.
El atletismo, también. Fermín Cacho se convirtió en el primer español en ganar en una prueba de pista (los 1.500m). "Al principio no te das cuenta de lo que has conseguido", rememora, "pero cuando pasan unas horas ves lo importante que es". "Con el ADO el deporte español cambió", añade el atleta. "Y soy de los que piensan que si al deporte se le apoya se logran resultados. Luego, claro, hay que trabajar mucho y tener algo de suerte porque si no... Además, la mentalidad ha cambiado. Los jugadores de hoy son hijos de esa explosión del deporte que se vivió en 1992".
Es lo que Iturriaga denomina "no perder antes de jugar". "Antes llegaban los octavos, los cuartos y veíamos una pared. Ahora perder forma parte de las probabilidades, pero no pensamos que nadie es mejor que nosotros. Somos capaces de encajar la derrota, hemos dejado atrás ese fatalismo tan nuestro".
Para Gervasio Deferr, campeón olímpico en gimnasia en 2000 y 2004, plata en 2008, tres veces medallista en tres Juegos distintos, "la mentalidad es fundamental". "Mira a Gasol, a Nadal... Salen a la pista y aguantan la presión, saben competir. A mí me pasaba igual. Eso es fundamental", dice.
También está el efecto arrastre. Cuando los niños ven que Cacho puede con los africanos, que Gervi se impone a rusos y chinos, que Nadal arrolla a todos, piensan que ellos también pueden: "Cuando gané mi primera medalla hubo una ola de niños que querían hacer gimnasia, que soñaban con ser también campeones olímpicos".
Después de la eclosión de 1992, sin embargo, se produjo un ligero descenso en los resultados del deporte español. "Ahora está por las nubes", según Lissavetzky. Infraestructuras tecnificación y financiación son las tres líneas en que trabaja especialmente el deporte español. En este contexto de crisis económica, su presupuesto se ha reducido entre un 4% y un 5%, pero se beneficia de los réditos obtenidos por el aumento de un 60% de la aportación privada al plan ADO gracias, desde hace algunos años, a los beneficios fiscales que se concede a las empresas que participan en él.
"El trabajo está en la base, tener una buena base desde el colegio", asegura Ángel Nieto. "Es un poco lo que ha pasado con las motos. Se ha trabajado muy bien desde las federaciones y las fórmulas de promoción. En el fútbol ocurre lo mismo. A lo largo de los años funcionó muy bien el tenis, las motos, el baloncesto. Hace cuatro años ni pasábamos de octavos. Es importantísimo que sean un grupo de amigos, algo que antes no se veía".
Bahamontes opina de forma similar: "Lo importante es la cantera, cuidarla, y trabajar en equipo. Si no hay sentimiento de equipo, es imposible. Da gusto ver a esa gente tan unida, trabajando tan bien, con tan buen ambiente. La final está en el bote", concluye, optimista, la leyenda.
Pase lo que pase, los deportistas son conscientes de lo histórico del momento. Lo resume Fernando Alonso, el primer español que logró un Mundial de F-1. "Es una gran oportunidad para nuestro país. Es la primera vez que llegamos a una final de un Mundial y hay que aprovecharla. La final es el último paso". El cambio de mentalidad se da por hecho.
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